Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
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domingo, 19 de enero de 2025

385. El Quijote en minicuentos VI


Comparación
   Miguel de Cervantes S. (España)

   Mientras dura el juego de ajedrez, cada pieza tiene su particular oficio, y en acabándose el juego todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura. 
(Don Quijote, Segunda parte, Capítulo XII)

Salvador Dalí

Sueño y figura
   Lucy Fabiola Tello (Colombia)

   Alojado en una estrecha fonda, camino de Sevilla, a la luz de las velas preparó papel, tinta y plumero. Despojado de orgullo, teniendo la modestia por la más alta virtud, don Miguel de Cervantes, nacido en Alcalá de Henares, liberado de infame prisión en Argel y quien nunca llegaría a las Indias como recaudador de impuestos, pasó la pluma a Cide Hamete Benengeli morisco nacido en Al-jhalam, a quien conociera luego de la derrota de Lepanto. Sin contrariedad, el buen hijo de Alá entendiendo que tenía el destino colgado al cuello, suspiró, hundió la pluma en la tinta y exclamó para sí, «escucho y obedezco».
   En la habitación contigua, alguien vela y se lamenta. «Cómo podré dormir con tal ruido. ¿Oyes, Sancho compañero? Como si se tratase del rasgar de una pluma sobre un papel, y… ¿qué es esto que me acosa, me enloquece, no me deja descansar, me da este molimiento, este quebranto? ¿Oyes, Sancho amigo? ¿Es mi celebro o alguien me sueña, me vive, me discurre, me figura, me depara este sino?  ¿Quizá sea yo mesmo? Paréceme ser yo mesmo».
(El rayo generoso)

La cuarta salida
   José María Merino (España)

   El profesor Souto, gracias a ciertos documentos procedentes del alcaná de Toledo, acaba de descubrir que el último capítulo de la Segunda Parte de El Quijote —“De cómo Don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo y su muerte”— es una interpolación con la que un clérigo, por darle ejemplaridad a la novela, sustituyó buena parte del texto primitivo y su verdadero final. Pues hubo una cuarta salida del ingenioso hidalgo y caballero, en ella encontró al mago que enredaba sus asuntos, un antiguo soldado manco al que ayudaba un morisco instruido, y consiguió derrotarlos. Así, los molinos volvieron a ser gigantes, las ventas castillos y los rebaños ejércitos, y él, tras incontables hazañas, casó con doña Dulcinea del Toboso y fundó un linaje de caballeros andantes que hasta la fecha han ayudado a salvar al mundo de los embaidores, follones, malandrines e hideputas que siguen pretendiendo imponernos su ominoso despotismo.
(Cuentos del libro de la noche, 2005)



El bachiller quijotizado
   José de La Colina (España/México)

   Don Sansón Carrasco, gran amigo de don Alonso Quijano, es bachiller de la Universidad de Salamanca, y es respetablemente culto y gustador de la filosofía y las letras… siempre que éstas no pretendan suplantar la realidad. Por lo tanto, será el más dedicado a combatir la locura de su amigo. Para ello, no se le ocurre mejor acción que disfrazarse de caballero andante, a fin de vencerlo en lid caballeresca y obligarlo, por un pacto de honor, a volver a la aldea. Así surge la formidable paradoja de que, para arrancar a Quijano de su gran ilusión, lo que hace, precisamente, es participar como actor en el mantenimiento de la ilusión.
(De libertades fantasmas o de la literatura como juego. México: FCE, 2013)


Por ventura
   Marcial Fernández (México)

   Atacó a los molinos de viento. Y cayó herido un gigante.


La mujer ideal no existe
   Marco Denevi (Argentina)

   Sancho Panza repitió, palabra por palabra, la descripción que el difunto don Quijote le había hecho de Dulcinea. Verde de envidia, Dulcinea masculló:
   —Conozco a todas las mujeres del Toboso. Y le puedo asegurar que no hay ninguna que se parezca ni remotamente a esa que usted dice.
(Falsificaciones, 1966)


De cómo el Quijote fue quemado en Morano
   Julia Otxoa (España)

   «La base esencial de una mente saludable radica en el principio de concreción con el que se percibe el mundo». Este tipo de frases grandilocuentes acostumbraba a decir el párroco Pietro Asnoglionne durante sus charlas formativas de los sábados en la sala municipal; su auditorio, formado en su mayor parte por feligreses de la pequeña aldea de Morano, quedaba en suspenso, como levitando. Su discurso retórico, acompañado de estudiadas entonaciones y ensayados silencios, actuaba como una especie de hipnosis.
   Un día les dijo que iba a hablarles de la famosa novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes, pero fatalmente guiado por su férreo principio de concreción máxima, no pasó del inicio. Las cosas sucedieron así: Pietro Asnoglionne abrió el libro con solemnidad y comenzó a leer: «En un lugar de La Mancha…». En este punto cerró el libro con fuerza y, mirando a los presentes, preguntó: «¿Qué creen ustedes que quiso decir Cervantes con eso de “En un lugar de La Mancha”?».
   Pietro Asnoglionne adoptó en este instante un aire rígido, se puso en pie y, blandiendo la novela en la mano derecha, levantó la vos para decir indignado: «Claramente, el autor especifica muy poco. Una novela con un punto de arranque tan volátil no puede ofrecer sino vaguedades, quimeras, confusión de lenguaje, descontrol de ideas y anarquía. Para la salvación de nuestras almas, este tipo de libros no puede tener otro destino que la hoguera».
   Corría el año 2004. El Quijote fue quemado en la plaza mayor de Morano.
(Un extraño envío, 2006)