Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
Comité de dirección: Guillermo Bustamante Zamudio, Harold Kremer, Henry Ficher.

domingo, 27 de diciembre de 2020

278. Entrega especial: 10 años de e-Kuóreo

 
Una aventura del Barón de Münchhausen
   Gottfried August Burger (Alemania)

   En una ocasión quise saltar un pantano al que no había visto en principio tan ancho como se me antojó luego cuando me encontraba en mitad del salto. Flotando en el aire, di media vuelta, con lo que llegué al sitio de partida con el fin de tomar un mayor impulso. Igualmente di un salto demasiado corto la segunda vez y vine a caer no lejos de la otra orilla, hundiéndome hasta el cuello en el fango. Así habría perecido inevitablemente si la fuerza de mi brazo no me hubiese sacado, tirándome de la propia coleta, junto con mi caballo, al que apretaba firmemente entre mis rodillas.

Orlando López Valencia


Descendencia
   Ángel Guache (España)

   Celia dio a luz un hermoso botón. Creyó que había sido un sueño. Con sorpresa vio que el botón la seguía por la casa pidiéndole que lo amamantara con hilo blanco y que le cantase una nana.


Libertad en la celda
   August Strindberg (Suecia)

   Ella: Estás preso en tus habitaciones. ¡Yo he venido a liberarte!
   Él: He esperado este momento, pero no estaba seguro de que quisieras hacerlo.
   Ella: El castillo es muy sólido, tiene siete muros, pero, ¡lo conseguiré!
   Él: Todo placer en la vida hay que pagarlo con el doble de dolor. Aquí donde estoy ahora, lo paso mal, pero si compro la dulce libertad, seguro que sufriré el doble. Prefiero soportar esto, ¡siempre que pueda verte!
   Ella: ¿Qué ves en mí?
   Él: La belleza, que es la armonía en el universo. Hay líneas en tu figura que yo sólo encuentro en las órbitas del sistema solar, en el hermoso sonido de la música de cuerda, en las vibraciones de la luz. Tú eres una criatura del cielo…
   Ella: También tú lo eres.
   Él: Entonces, ¿por qué tengo que cuidar caballos, atender la cuadra y sacar el estiércol?
   Ella: Para que sientas el deseo de dejarlo.
(El sueño)


Trama
   Javier Vela (España)

   Deshecho el maleficio, el verdadero príncipe recobra su apariencia y avanza espada en mano hacia la bruja, resuelto a devolverla al catafalco del que jamás, jamás debió salir. Pero su brazo, laxo, no responde. Se oye una tos: un dios truena en el cielo. Al levantar la vista, repara en que hay un nudo enmarañando los grandes hilos del titiritero.
(Pequeñas sediciones, 2017)

Orlando López Valencia


Poiesis
   Luigi Pirandello (Italia)

   La naturaleza se sirve del instrumento de la fantasía humana para continuar su obra de creación de un modo más elevado.
(Seis personajes en busca de autor)


Margaritas
   Fredric Brown (Estados Unidos)

   —¿Hablabas en serio cuando me dijiste que estabas experimentando en la comunicación con flores? —preguntó la esposa del doctor Michaelson.
   —Al contrario de lo que piensa la gente —dijo el doctor Michaelson—, las flores se comunican telepáticamente: en imágenes pensadas, no en palabras.
   —Entre ellas quizás, pero seguramente…
   —Al contrario de lo que piensa la gente, querida, la comunicación humano-floral es posible, aunque hasta ahora sólo en una dirección: se pueden captar sus pensamientos, pero no enviarles mensajes.
   —Y ¿cómo funciona, John?
   Llamó a su ayudante que estaba trabajando al otro lado de la habitación:
   —Señorita Wilson, ¿podría traer el comunicador?
   Era una cinta para la cabeza de la que salía un cable que llegaba a una barra delgada con un asa aislada. El doctor Michaelson puso la cinta alrededor de la cabeza de su esposa y la barra en su mano.
   —Sujeta la barra cerca de la flor y actuará como una antena que recogerá sus pensamientos. Y así veras que, al contrario de lo que piensa la gente…
   Pero la señora Michaelson no estaba escuchando a su marido. Estaba sujetando la barra cerca de un tiesto de margaritas en el alféizar. Después de un momento soltó la barra y sacó un pequeño revólver de su bolso. Disparó primero a su marido y después a su ayudante, la señorita Wilson.
   Al contrario de lo que piensa la gente, las margaritas hablan.
(“Daisies”, 1954)


Verano
   Ricardo Bugarín (Argentina)

   Tomamos sol en la playa y después lo guardamos en el cesto junto a los restos de comida y otros elementos. Advertimos que ya no hay espacio para el protector y las cremas mientras el periódico del día no nos entra ni siquiera plegado. Avanzamos por la duna y oímos la voz de nuestro hijo que, en su particular manera de preguntarlo todo, nos dice: ¿no será mucha luz para meterla toda en casa?
(Anecdotario, 2020)