Amigo y colaborador de e-Kuóreo, esta entrega le hace homenaje.
Vampiros II
La condesa lo había engañado. Drácula decidió suicidarse. Pero cada vez que llegaba la noche, resucitaba.
(Cuaderno de microrrelatos II - 2011)
Sueño
Soñó que la muerte llamaba a su puerta. Todavía aterrado y temblando, camina hacia la cocina, abre la heladera y se sirve un vaso de agua.
En ese momento, alguien llama a su puerta.
(Noches de brujas)
Samsa IV
Descompuesto y absolutamente deforme, Samsa concurrió al veterinario. Cuando le comentó su problema, el veterinario quedó sorprendido. “Es un caso muy extraño”, dijo. “Es el único escarabajo que sueña con ser hombre”.
(Cuaderno de microrrelatos II - 2011)
Tablas
La reina negra sucumbió al alfil blanco; un caballo negro atropelló a la blanca. Los Reyes, ya viudos, firmaron la paz declarando tablas.
(Cuaderno de microrrelatos II - 2011)
Carta
Paris. He recibido tu mensaje, pero lamentablemente no podré acceder a tu pedido. No es mi culpa si te dejaste seducir por una casquivana. Por cierto, es una mujer bella y sensual, aunque muy complicada. Debes saber que me has ahorrado muchos dolores de cabeza. No obstante, no es eso lo más importante; de hecho, esta guerra que estamos preparando nos dará la oportunidad de recuperar nuestro prestigio, por lo que desgraciadamente no puedo aceptar tus disculpas ni tu devolución. Debiste darte cuenta a tiempo, amigo.
Menelao
PD: No me preocupa haber sido engañado. Mis escribas, coordinados por el ciego que tú conoces, trabajan ya en un poema en el cual se afirma que tú eres el culpable de todo.
(Escritos diminutos - 2008)
Como me considero un buen psicólogo…
En cuanto lo vi en el puente, con la mirada perdida y el rostro confuso, supe que necesitaba ayuda. Como me considero un buen psicólogo, decidí socorrerlo.
Me acerqué, le ofrecí un cigarrillo y nos quedamos conversando largas horas, apoyados en la baranda.
Ya casi amanecía cuando apreté el gatillo. Aguanté el cuerpo con el hombro y disparé por segunda vez, directamente a su cabeza. Luego, con un empujón, lo tiré al río.
Me alejé con paso sereno y la satisfacción del deber cumplido. No hay nada que me ponga más contento que ayudar a los suicidas indecisos.
(Tío Elías y otros cuentos - 2006)
Cinturón de castidad
Cuando partió a las cruzadas, Sir Arthur entregó al abad la llave del cinturón de castidad de Lady Laura.
Su sorpresa fue mayúscula cuando, a pocas horas de dejar atrás su castillo, el abad, a galope furioso, alcanzó la columna de Sir Arthur para reclamarle que había dejado la llave equivocada.
(Cuaderno de microrrelatos - 2010)