Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
Comité de dirección: Guillermo Bustamante Zamudio, Harold Kremer, Henry Ficher.

domingo, 11 de junio de 2023

342. “Museo de la palabra”: finalistas II

 “Museo de la palabra”  Fundación César Egido Serrano 


 Planes fallidos
   Jaime Andrés Cifuentes Espinosa (Colombia)

   Cuando le avisaron que habían divisado tierra, Cristóbal Colón supo que su plan de caer al vacío en el fin del mundo con hombres impíos, había fracasado.


Miedo
   César Damián Ferreyra (Argentina)

   —¡Hey, guapa! ¿No te da miedo caminar sola a estas horas de la noche?
   —Cuando estaba viva sí.


Haciendo cuentas
   Jaime Marzán Ramos (Estados Unidos)

   Aquí... leyendo los obituarios para saber cuántos enemigos me quedan.


Luna llena
   Aníbal Rafael Montoya Urteaga (Perú)

   Era una noche de luna llena como cualquier otra. Me gustaba caminar por el mismo oscuro callejón, allí había siempre dos tipos mirándome de reojo. El día de luna nueva decidí ir y preguntarles cuál era el afán de verme pasar con tanta atención. Al llegar al callejón no los encontré pero vi cerca a un niño. Me acerqué y le pregunté: ¿Conoces a los dos tipos que se paran aquí las noches de luna llena? Él respondió: «Siempre esperan aquí para ver pasar al hombre lobo». Sentí angustia y no pude decir palabra alguna, decidí entonces esperar la luna llena.


Hormigas
   Diego Juan Ondarts Unia (Argentina)

   El sueco Scarlo Johansson alcanzó fama imperecedera y merecida por su libro «La vida de las hormigas». El joven científico logró ingresar en un hormiguero en el que permaneció por tres años. Scarlo, con su actitud humilde y carácter jovial, se granjeó la confianza de las hormigas que lo trataban como a uno más. Así, una noche gloriosa, fecundó a la reina. Fatídicamente, esto amalgamó los odios de los zánganos, que, al amanecer, mientras la reina paseaba por los jardines, echaron al joven a las patadas. Scarlo murió de tristeza seis meses después, sin haber conocido a sus hijos.


La verdad sobre el hundimiento del Titanic
   Leonardo Francisco Colonna (Argentina)

   Deslumbrado, el mar también quiso subir a bordo.


Excusas
   José Mateos Hernández (España)

   —Llamo porque estoy buscando una buena excusa.
   —No nos queda ni una, la última la acabo de utilizar yo para alguien que llamó antes.
   —¿No me estará dando una excusa?
   —Le he dicho que no tengo.
   —Pero ¿la ha utilizado usted o se la ha dado al que ha llamado antes?
   —La he utilizado yo para librarme del anterior y me arrepiento de no haberla guardado para usted. 
   —¿Tiene más?
   —No, claro que no.
   —Bueno, pues muchas gracias, no le entretengo.
   —Usted no entretiene, siento no haberle podido ayudar, me hubiera gustado tener una buena excusa que darle.