Textos tomados del libro Apología de los dragones, del escritor colombiano Conrado Alzate Valencia. El libro obtuvo el primer premio de poesía en el Concurso de Literatura del departamento de Caldas (Colombia), en 2007.
El último dragón
Pronto llegará el verano y el último monstruo de fuego será asesinado en una gruta de las altas montañas. Los mercenarios que hemos contratado para acabar nuestra vieja pesadilla se convertirán en príncipes valerosos. Nuestras casas dejarán de trepidar, cesarán los rugidos en el Cielo y las ovejas ya no serán devoradas. Por fin estaremos tranquilos: los niños podrán jugar en los prados, bañarse en el río y correr como el viento.
Mañana sin duda, el dragón pavoroso de estas cumbres y estos bosques será sólo una fábula para nuestros nietos.
Apología de los dragones
Ellos, que fueron seres alados de fuego, hijos del Sol y hermanos del rayo, seres que hicieron temblar el suelo y derritieron las armaduras de los soldados… Ellos, que volaron como el viento por el cielo de la antigua China, que robaron el ganado de los granjeros y marcaron las rocas con sus llamas… Ellos, que fueron animales extraordinarios, tan reales como la lanza de sus verdugos, ahora duermen en lechos invisibles de hielo.
El científico
Nosotros no podemos clonar los seres de fuego que un día volaron sobre nuestros antepasados, es mejor dejarlos dormidos en sus grutas de hielo. Para qué incomodar lo poco que queda de ellos.
Si los despertamos, volverían a estremecer la tierra con sus rugidos, a marcar su territorio con las llamas, a quemar los bosques, los cultivos y las casas. Volverían a devorar el ganado y a saquear las granjas.
Entonces el hombre los combatiría con sus misiles, no dejaría ningún vestigio de su vida y sus prodigios. Y nuestra labor científica no tendría ningún sentido. Por esa razón, no podemos rehacer los dragones.
Vulnerabilidad
El dragón de fuego que cuida con esmero los objetos preciosos de tu castillo ignora que poseo maniobras y trucos como el mejor jugador de manos. No le han dicho que puedo derribar muros, incinerar puertas y saquear los palacios. Tu dragón, princesa, no sabe que soy fuego.
Fuego en las cumbres
Hay ruidos en las cumbres y llamas en el Cielo. Las alturas escucharon mis plegarias y enviaron los rayos para que despertaran con besos de fuego el dragón que dormía como una piedra en el hielo. Por fin alguien más poderoso que los soldados vigila el puente, las torres y los seres del castillo. Por fin se han marchado los años de silencio y olvido.
Hablando de dragones
Daría mi casa y lo que soy por verlos volar sobre los cultivos de cebada y trigo, por verlos quemar los nebulosos cárpatos y vencer caballeros andantes con su fuego. Entregaría mi vida por sacarlos del olvido y mostrarle al mundo que ellos existieron, que rugieron como el trueno en el Cielo de los vikingos, de los chinos y rumanos. Daría todo por ver sus garras de acero clavadas en el cerebro de los escépticos. No importa que los cazadores de monstruos me embistan con sus lanzas y cuchillos.
Adenda
La vida de los dragones
Isar Hasim Otazo
Los dragones viven en el seno de los volcanes porque la lava es el único alimento que toleran. Cuando un volcán se apaga, los dragones deben emigrar en busca de roca derretida, pero en el camino son atacados por tribus temerosas que los puyan con lanzas y los convierten en fieras de circo.
Es por esto que en el mundo quedan muy pocos dragones. Dicen que, cuando todos mueran, la cadena biológica empezará a desbarajustarse, hasta que llegue al eslabón de los hombres, que desaparecerán junto con toda forma de vida.