Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
Comité de dirección: Guillermo Bustamante Zamudio, Harold Kremer, Henry Ficher.

domingo, 28 de enero de 2018

202. Minicuentos en verso III



La voz y las piernas
   Jorge Gimeno

   He llamado a la oración
   desde el alminar.
   He bajado a zancadas la escalera
   y he echado a correr cruzando
   la ciudad.
   Voy hacia las afueras.
   Todos se asombran.
   Hoy he llamado a la oración con tanta fuerza
   que quiero ver
   hasta dónde llega mi voz.



La guerra
   Manuel Díaz Martínez

   Todos los aviones regresaron a sus bases.
   Pero no todos los hombres
   regresaron a sus casas. Pero no estaban
   todas las casas de los que regresaron. Pero
   no todos los que regresaron
   encontraron a todos en sus casas.
(Señales de vida)


Casa de altura
   Luis Bravo

   una escalera
   —por si el hombre sube

   esa escalera
   —por si algún dios baja

   precario tránsito de la fe
(Confabulación # 425)



El pelícano
   Robert Desnos

   El capitán Jonathan,
   A la edad de dieciocho años,
   Un día captura un pelícano
   En una isla del Extremo Oriente.

   El pelícano de Jonathan,
   Por la mañana, pone un huevo muy blanco
   Del cual sale un pelícano
   Que se le parece notablemente.

   Y este segundo pelícano
   Pone, a su vez, un huevo muy blanco
   De donde sale, inevitablemente,
   Otro que hace lo mismo.

   Esto puede durar mucho tiempo,
   Si antes no hacemos una tortilla.
(Chantefables et chantefleurs)



Hombre de poca fe
   Geraldino Brasil

   Fue a pasar el fin de semana en la playa
   Y le pregunté con quién dejó su mansión.
   Me dijo que el celador había enfermado
   Y, como no encontró otro a la hora de salir,
   tuvo que dejarla sola.
   Agregó: “Dios se encargará de ella”, alzando
   los hombros,
   con tal desdén por lo que pudieran robarle,
   me dio la impresión de que tenía
   a Dios por un vigilante irresponsable.
(Poemas útiles. U. de A., Medellín, 1999)


Dádiva
   Leonard Cohen

   Hago esta canción para ti,
   Señor del mundo,
   que lo tienes todo,
   menos esta canción.
(La energía de los esclavos)


La triste historia del gran amor de mi vida
   Henrik Nordbrandt

   Cuando estuve en Beirut
   me encontré a más de 10 personas distintas
   que juraron
   que te habían visto en Estambul.
   Cuando estuve en Estambul
   un número equivalente de personas
   pudieron jurar
   que te habían visto en Beirut
   pero no sólo eso:
   Los de Estambul
   podían jurar al mismo tiempo
   que nunca habías estado en Estambul
   y los de Beirut
   que nunca habías estado en Beirut.
   Y aún quedan los de Atenas
   que sostienen que no te han visto
   en Beirut ni en Estambul.
   Así es que finalmente
   he abandonado la idea de encontrarte.
   Pero, ¿qué voy a hacer
   para evitarlo?
   ¿Encaminarme a Beirut, Estambul o Atenas?
   Y, ¿qué ciudad
   abandonaré primero?

* Fotos: G.B.Z.