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miércoles, 2 de abril de 2014

Entrevista a Guillermo Bustamante Z.

Por: Tradabordo

1) ¿Cuánto hace que escribe y qué lo impulsó a escribir?

Escribo desde que mi profesor de literatura del bachillerato me hizo sentir —no saber— la escritura como un mecanismo de auto-formación, delante de otros. Escritura en la que incluyo el poema (he escrito sólo uno), el microrrelato (he escrito varios) y el análisis irónico del discurso (algo se hace).


2) ¿Qué clase de lector es?

Soy un lector clase B. Es decir: sin propósitos claros, que deja muchos libros a mitad de camino, que lee y lee y lee algunos textos, que se queda dormido leyendo, que de pronto le llega el amanecer con un libro en la mano, que sabe que nunca hubo el tiempo necesario para leer lo que quisiera, que olvida cosas trascendentales de lo leído y recuerda minucias improcedentes, que tiene que releer muchas veces porque se va por las ramas, que cree entender lo que realmente se le escapa y que juzga como incomprendidas lecturas que lo hacen actuar en muchas direcciones.


3) ¿Cuáles han sido sus principales fuentes de inspiración llegado el momento de escribir – ya sean del campo literario u otros?

Es curioso: mientras la inspiración tiene que ver con la inhalación de aire, la expiración tiene que ver con la muerte. Muchas inspiraciones para una sola expiración. Así como tomo aire sin pensar en ello, algunas ideas se instalan en mi cabeza y me instan a que las escriba; el asunto es si uno está a la altura. Y luego, a veces, al escribirse son otra cosa. Un retazo discursivo, un recuerdo percibido como invención, una confluencia de voces, un propósito deleznable, un juego de palabras, la lenta tramitación de una broma… con cosas así diría yo que respiro, sin que la relación con el producto sea clara.


4) Cuando escribe, ¿piensa en el «lector»? Si así fuera, ¿quién / cómo / dónde está?

Pienso mucho en el lector, sobre todo cuando tiene comillas. ¿Podría ser de otra forma? Como sólo escribimos lo que podemos leer, nuestro primer lector somos nosotros mismos. Ni modo de no pensar en él. Ahora bien, si por “pensar” nos referimos a una acción mental consciente, entonces pensar en el lector es de negociantes. Y bien, es una manera de escribir (y de pintar y de esculpir y de componer). Sin embargo, sospecho de un acto de escritura que se deje intervenir de forma sustancial por un propósito consciente. ¿No hay algo más, mucho más, que eso? Poco sabemos de lo que se hace al escribir: estamos en proceso y ello gracias a varios desajustes, entre otros, el existente entre lo que creemos del lector y lo que la lectura nos devuelve.


5) Cuando está falto de inspiración, ¿dónde o cómo la encuentra de nuevo?

Si estoy falto de inspiración, me ahogo. Entonces vuelvo a respirar para intentar encontrarla de nuevo… pero es tan ajena a mí, que no sé dónde o cómo encontrarla. Pero, pensándolo bien, ¿valdría la pena una inspiración que se dejara encontrar?, ¿seguiría llevando ese nombre? Creo que una cosa es el oficio y otra esa procelosa esfera que denominamos “inspiración”. Como en otros casos (en todos, en realidad, pero dejemos así), la palabra es una red que, para que funcione, debe tener fugas.


6) ¿Nos puede hablar un poco de los microrrelatos traducidos aquí?

Sí.


7) ¿Qué impresión le causa saber que sus relatos están siendo traducidos?

Cada vez que alguien me lee, me traduce. Entonces, me angustio: ¿qué tradujo? Para saberlo, le dirijo palabras que, irremediablemente, también son traducidas… de manera que no hay manera. Ahora que ustedes me han traducido al francés, esta espiral se eleva al cuadrado. Con todo, esta doble angustia no quiere decir que no me haya sentido dichoso de que me hayan traducido a otra lengua (¡es mi primera vez!), pero es que la satisfacción humana es tan paradójica…


8) ¿Qué opinión le merecen las nuevas tecnologías en lo que a literatura se refiere?

Nada tiene que ver una cosa con otra. Es como preguntar “¿Qué opinión le merece el lápiz en lo que a literatura se refiere?”. La época, que ha hecho a un vendedor de computadores el hombre más rico del mundo, tiende a darle a las nuevas tecnologías el lugar que ve que se les da en la publicidad. Pero la literatura tiene que ver con asuntos de la condición humana, que se juegan con la misma intensidad, así se tenga en la mano una máquina de escribir o un computador, así se tenga a mano una biblioteca o el internet.


9) ¿Si estuviera en el lugar de Rilke, qué consejos le daría a un «joven poeta / escritor»?

No dejar que la mamá lo vista de niña… pero difícilmente uno puede estar en el lugar del otro (que me perdonen Kant y Habermas). De manera que, a un joven poeta o escritor, yo le daría sólo un consejo, con salvedad: no siga consejos, salvo este consejo.