Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
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domingo, 14 de agosto de 2011

27. Mujeres II



Una viuda inconsolable
   Ambrose Bierce (Estados Unidos)

   Una mujer con gasas de luto lloraba sobre una tumba.
   —Consuélese, señora —dijo un simpático forastero—. La misericordia del cielo es infinita. Habrá otro hombre en alguna parte, además de su marido, que todavía puede hacerla feliz.
   —Había —sollozó la mujer—, había, pero ésta es su tumba.




En la escalinata del templo
   Gibrán Jalil Gibrán (Líbano)


   Ayer tarde, en la escalinata de mármol del templo vi a una mujer sentada entre dos hombres. Una de las mejillas de la mujer estaba pálida, y la otra, sonrojada.



La mujer-gato
   Enrique Jardiel Poncela (España)


   Aquella mujer tenía unos ojos verdes, como los de los gatos, y eran tan iguales a los de los gatos, que hasta fosforescían en la oscuridad.
   ¡Qué cómodo resultaba amarla!
   Porque gracias a las felinas propiedades de sus ojos, en la noche uno veía la hora del reloj, sin tener que encender la luz. Y para leer un libro en los momentos de insomnio, tampoco hacía falta encender la luz. Bastaba con decirle a ella:
   —Flérida, hija, haz el favor de enfocarme los ojos al libro, que voy a leer un ratito.
   En fin, era una mujer ideal. Lo malo estaba en que, a causa de su espíritu gatuno, le encantaba echarse en la tarima del brasero, y adoraba el pescado, y daba unos arañazos terribles.
   Y aun esto podía perdonársele.
   Lo que ya no se le podía perdonar era el que en las noches de enero se levantase de madrugada y se subiese al tejado a dar paseítos bajo la luna.



A gusto
   A. Norge (Noruego anónimo)

   Desde luego, da gusto encontrar una pequeña mujer desnuda en el bolsillo. Usted la saca, ella sonríe enseguida, encantada de luz, encantada de ser suya. Está bien caliente en su mano. Tiene hermosos pechos, un lindo pequeño pubis como una agradable criatura ordinaria. Ah, así, da gusto, pero es raro, oh raro, muy muy raro.


Mi mujer
   Germán Cuervo (Colombia)


   Mi mujer trabajaba en un banco. Yo escribía poesía y pintaba, es decir, no hacía nada. No me iba muy bien.
   Pero ella envidiaba la vida que yo llevaba: tenía amigos y amigas artistas; siempre podía salir de farra y divertirme. Cuando ella llegaba de trabajar las diez horas reglamentarias más las cuatro horas reglamentarias de transporte, le notaba en su mirada, como en su cuerpo, un cansancio infinito.
Un día me dijo:
   —Yo también voy a escribir poesía y pintar. Si eso que usted hace es poesía y esos mamarrachos son cuadros, yo también puedo hacerlo.
   Dicho y hecho. Desde ese momento comenzó a engarabañar papeles. Yo apenas la miraba, aterrado. Pronto dejó el trabajo (ya no teníamos de qué vivir) y muy pronto comenzó a acostarse con mis amigos poetas y pintores. Yo no pude soportar tal situación. Terminé abandonando los pinceles, las musas y la casa, para tratar de olvidarme por completo de toda esa vida.
   Ahora tengo un puesto de Super-perros calientes y empanadas en la avenida sexta. Trabajo por las noches. Me ha comenzado a ir mejor. Ella pasa con sus amigos de turno, borracha y trabada. Me muestra sus cuadros y me lee sus poemas cuando regresan de rumbear. Sus poemas no son malos pero no sé si son como de ella o como de otros, de los que andan con ella. Al amanecer les doy de comer, pues siempre andan hambrientos y sin dinero.
   Lo malo fue que anoche me dijo que iba a poner un puesto de perros calientes frente al mío. Cuando me dijo esto se quedó mirándome raro, extrañamente maravillada; parecía que quería meterse dentro de mí. Ahora no sé qué hacer, ni a dónde irme.




43 historias de amor
   Wolf Wondra Tschek (Alemania)


   Didí está siempre dispuesta. A Olga se le conoce por eso. Úrsula ha tenido mala suerte ya tres veces. Heidi no lo disimula.
   Con Elke, nunca se sabe a ciencia cierta. Petra vacila. Bárbara calla. Andrea está harta. Isabel calcula. Eva busca por todas partes. Ute es muy complicada.
   Gaby no encuentra a nadie. Sylvia lo encuentra muy bien. A Marianne le dan ataques.
   Nadine habla de ello. Edith llora. Hannelore ríe mientras tanto. Erika se pone contenta como un niño. Con Loni se podría arrojar un sombrero entre ellos.
   A Catalina hay que persuadirla antes. Rita está a punto enseguida. Brigitte es realmente una sorpresa. Ángela no quiere saber nada de ello. Helga lo sabe muy bien.
   Tania tiene miedo. Lisa se lo toma todo por la tremenda. Para Carolina, Anke y Ana, no tiene sentido.
   Sabina se mantiene a la expectativa. Con Ulla no se sabe exactamente. Ilse puede dominarse muy bien.
   Gretel no piensa en ello. Vera no se lo imagina. Para Margot no es ciertamente nada fácil.
   Christel sabe lo que quiere. Camila no puede resistirse. Gúndula exagera. Nina se hace la difícil. Arianne rehúsa fácilmente. Alejandra es Alejandra.
   Vroni está loca por ello. Claudia hace caso a sus padres. Didí está siempre dispuesta.