Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
Comité de dirección: Guillermo Bustamante Zamudio, Harold Kremer, Henry Ficher.

domingo, 24 de febrero de 2019

230. Cartas II





Carta con un sueño
   Harold Kremer

   Querida Olga: 
   Sé que te extrañará esta carta y todo lo que te voy a contar. Sé que llevo trece años viviendo contigo, que eres buena mujer, que te quiero, que... tantas cosas. Nunca habíamos estado mejor. Tenemos un buen apartamento, yo tengo trabajo, los niños son una maravilla y entre tú y yo todo es armonía.
   Pero hoy me senté en la terraza a contemplar el atardecer. Bebía de mi cerveza y sonreía del espectáculo. El roble de la avenida se veía imponente, el parque bullía de niños, las cometas se hinchaban en el aire y los pájaros buscaban los nidos entre los árboles. 
   De pronto todo eso me disparó una imagen que nunca te conté: de niño soñaba con ser una cometa o un pájaro. No te lo conté porque es algo ridículo: los niños siempre quieren ser astronautas, bomberos o policías. Yo quería volar, pero no dentro de un avión o como astronauta. No. Yo mismo quería ser el pájaro o la cometa. Y en ese instante empezaron a pasar las golondrinas. Millares y millares. Algo me impulsó a la azotea y allí supe que podía ir tras ellas. Bajé rápido a escribirte esta carta. Allá veo venir otra bandada. Me iré con ellas y creo que no volveré. Te quiero y besos a los niños.
   Pedro
   PD.: Si nada de esto funciona dile a los niños que resbalé de la terraza.
(El combate)


Cartas
   Raúl Vacas

   Señor concejal te amo Irma me dirijo a usted y aunque tus ojos ni vigilen mis pasos para informarle que te amo de igual manera después de conocer las cifras y estoy dispuesto a quererte de todos estos años de gestión y al no olvidarte nunca no estoy nada de acuerdo y a quererte más con usted con el corazón y por eso le escribo muchos besos Irma adiós señor concejal un beso atentamente en los labios a dos de marzo mi pequeña Irma de mil novecientos adiós noventa y seis.
(Consumir preferentemente)


Carta novísima y nefasta
   Antón Chéjov

   ¡Su excelencia!
   Ayer supe, casualmente, que las condecoraciones que recibí hacia año nuevo se las debo no a mis méritos personales, sino a mi esposa. Mi servicio con usted, por supuesto, es ya imposible, y le ruego sobre el traslado.
   Reciba la aseveración de mi desprecio hacia usted, y demás.

Fulano de Tal.


Carta documento
   Juan Romagnoli

A mi sobrina Daniela

   Rechazo su CD con fecha de ayer por falaz, injuriante, improcedente y carente de todo sustento fáctico y jurídico. Niego y rechazo la misma en todos y cada uno de sus términos. En particular: a) Niego que existiese vínculo amoroso alguno entre Usted y quien suscribe; b) Niego que existiese obligación de declararle mi amor cuando éramos niños, atento la falta de vínculo expuesto; c) Niego que haya incurrido en infidelidad, acosado por “esas perras que deberían procurarse su propio hombre”; d) Niego de raíz que haya tallado nuestros nombres y un corazón en el tronco de aquel árbol; e) Niego que me haya enamorado perdidamente de sus ojos claros, de mirada fría; f) Niego que haya sido el gran amor de su vida y que deba devolverle todos los besos recibidos; g) Niego que sus piernas me hayan trastornado la razón, y que sus caderas sean mi talón de Aquiles; h) Niego que alguna vez me haya saciado de miel en sus pechos; i) Niego que la amo con locura y hasta la locura; j) Niego que ya no deba seguir mortificando más a su corazón pues Usted, sencillamente, carece de uno; k) Niego que niego. Niego y reniego. De modo que absténgase en lo sucesivo de realizar intimidaciones improcedentes bajo apercibimiento de interminable llanto viril, y la hago responsable por los daños y perjuicios que su accionar antijurídico le ocasione a mi vapuleado corazón. Queda usted debidamente notificada y emplazada conforme a derecho.
(Narrar es humano)


Carta del enamorado
   Juan José Millás

   Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.


Cartas al lector
   Jaime Lopera Gutiérrez

   Señor Director,
   El reciente artículo del señor Platón —cuyo nombre de pila desconozco, pese a ser uno de sus más empecinados lectores por muchos años, no obstante lo cual se me antoja que puede ser un seudónimo—, ese artículo, digo, contiene alegres afirmaciones que juzgo como un insulto a la naturaleza humana. ¿Será posible decir hoy, un poco más allá de la época del tirano de Siracusa, que nosotros, ciudadanos del Peloponeso, debemos vivir encadenados en una cueva sin conocer el exterior y asumiendo que las sombras errátiles que una fogata proyecta contra esa cueva son la realidad? ¡Curioso desatino! No tengo dudas que el señor Platón puede autoproclamarse filósofo, aunque honestamente se diga discípulo de otro más aventajado que él, pero también creo que con afirmaciones como estas han cometido un grave error al creernos hombres con visiones caóticas y por ello será condenado en el resto de la vida. Atento saludo,
   Lucrecio S.


[Sin título]
   Martín Kohan

   Sobre la mesa, debajo del florero repleto con flores falsas, hay un sobre cerrado. Ella lo descubre y pregunta eso que en verdad supone, y que en el fondo ya sabe: si es carta de su hermano. La madre dice que sí. Y que esta vez no quiso abrirla para que no volviera a pasarle lo que siempre le pasa: que apenas posa la vista en la letra manuscrita del hijo ausente, antes incluso de empezar a leer lo que la carta dice, se larga a llorar. Prefiere, mejor, que ella la lea y después le cuente.
(Ciencias morales)