Vindicación del pequeño FK
Laura Nicastro
Un alarido infantil perfora la noche. Le sigue el llanto. El dedito temeroso apunta al inminente insecto que avanza, ágil.
El padre alza a su niño en brazos mientras pega un fuerte zapatazo. Estalla la gorda caparazón bruna. El llanto infantil cesa.
Gregor Samsa nunca más verá la luz del día.
(Entre duendes y pirañas)
Cuarta historia
Harold Kremer
Éramos tres. Fuimos a dar a esa casa por un aviso pequeño que apareció en la prensa. Nos gustó porque estaba situada en el centro mismo de Praga. Eso ya era una ventaja. Además, la familia parecía decente: un viejo con una pequeña pensión, su mujer y la señorita Grete. ¡El hogar perfecto para nosotros que éramos tan exigentes! Al llegar, notamos que en la casa sobraban muebles; había sillas y mesitas que no iban con nuestro gusto, pero eso tenía solución. Llevábamos nuestros muebles y el primer día ordenamos al señor Samsa una nueva distribución. A la noche, ya todo estaba en orden y en completa limpieza. Los muebles de la familia los metieron al cuarto de los trastos viejos. ¡Ahí estuvo nuestro error! No se nos ocurrió revisar la casa, ni mucho menos entrar a ese cuarto que imaginábamos oscuro y lleno de desperdicios. Desde el primer instante nos engañaron, abusando de nuestra ilimitada bondad. No nos explicamos cómo podían tener un animal tan asqueroso y repugnante en casa. En la misma casa donde vivíamos de día y noche. ¡Por Dios, señores! No tuvimos ninguna explicación. ¿Es justo que nuestras intachables vidas se vean mezcladas con tan repudiable escándalo?
(Historias contadas por terceros sobre la vida de Gregorio Samsa)
Gregorio Samsa según Chuang Zu
José de la Colina
Gregorio Samsa soñó que era un escarabajo y no sabía, al despertar, si era un hombre que había soñado ser un escarabajo o un escarabajo que ahora soñaba ser un hombre.
(De libertades fantasmas o de la literatura como juego)
Con el perdón de Kafka IV
Juan Manuel Roca
Al amanecer no hay mañana: es el anochecer del alma. Repta y se escapa por la fisura del mundo. Hay quien dice que el monstruoso bicho va en un barco hacia América. Allí se hará hombre cuando deje de ser cucaracha, escarabajo o inmigrante. Una mujer gorda caerá sobre él y su aliento lo abatirá como un insecticida.
(Antología. 58 escritores colombianos, 2007)
Transformaciones 1
Diego Muñoz Valenzuela
Desperté convertido en un enorme escarabajo, pero no me importó porque había leído a Kafka. Deambulé, devoré restos de comida y busqué la oscuridad, no por ocultarme, sino debido a una fotofobia incipiente. Logré llamar a mi exesposa, tras ingentes esfuerzos para marcar su número con mis patas sarmentosas. Cuando al fin oí su temida voz en el auricular, emití una mezcla de siseo y zumbido que la enfureció. Si hubiera podido hablar, también se habría encolerizado; me consolé. No tenía a nadie a quien llamar, excepto a mi jefe, qué estaría maldiciendo mi casta esclava por los siglos de los siglos. Estaba solo, como siempre.
Después se me ocurrió utilizar el correo electrónico. No fue fácil, pero lo hice. Escribí a los gerentes de producción de los canales de televisión. Expliqué lo que me había ocurrido, indicando que podría hablar mediante el sistema del físico Hawking. Adjunté un vídeo mío: francamente horripilante. Me quedé con la mejor oferta: cuatro millones por hora de transmisión para el primer semestre. Después veríamos.
Ahora soy la atracción principal: el talk show del escarabajo. Todos acuden a mi programa: políticos, empresarios, modelos, futbolistas. Los interrogo con mi voz sintética y una dosis de ponzoña, consecuencia de la metamorfosis.
Al canal me llevan y traen en limusina desde mi nueva mansión. Escriben mujeres ofreciendo acoplarse conmigo, sea lo que sea. También mi excónyuge, melosa, tierna, complaciente. Yo restriego con regocijo las patas contra mis afiladas mandíbulas. Me basta con eso.
(Las nuevas hadas)
Plan perfecto
Juan Ricardo Estefan
Harto de los horarios de trenes, los muestrarios, el encargado del almacén, los clientes y las comisiones miserables; harto, incluso, de sus padres y de su hermana, imaginó el plan perfecto para evadirse. Su carácter bromista lo alentó. Entre las sábanas, Gregor dejó aquel lúgubre escarabajo pelotero y se marchó.
(La señal inválida)
Morfosis
Mauricio Naranjo
El escarabajo, desde su nacimiento, tuvo un devenir azaroso y caótico, pleno de intensidades. Pero un día, infortunadamente, despertó convertido en Gregorio Samsa, un funcionario aburrido y rígido que tenía un itinerario preciso para cada uno de sus monótonos días. Entonces añoró aquel bicho travieso y loco que confundía los bombillos con la luna. Tristemente, tuvo que conformarse con su repugnante condición de burócrata por el resto de su vida.
(Signo cero)