La voz y las piernas
Jorge Gimeno
He llamado a la oración
desde el alminar.
He bajado a zancadas la escalera
y he echado a correr cruzando
la ciudad.
Voy hacia las afueras.
Todos se asombran.
Hoy he llamado a la oración con tanta fuerza
que quiero ver
hasta dónde llega mi voz.
La guerra
Manuel Díaz Martínez
Todos los aviones regresaron a sus bases.
Pero no todos los hombres
regresaron a sus casas. Pero no estaban
todas las casas de los que regresaron. Pero
no todos los que regresaron
encontraron a todos en sus casas.
(Señales de vida)
Casa de altura
Luis Bravo
una escalera
—por si el hombre sube
esa escalera
—por si algún dios baja
precario tránsito de la fe
(Confabulación # 425)
El pelícanoRobert Desnos
El capitán Jonathan,
A la edad de dieciocho años,
Un día captura un pelícano
En una isla del Extremo Oriente.
El pelícano de Jonathan,
Por la mañana, pone un huevo muy blanco
Del cual sale un pelícano
Que se le parece notablemente.
Y este segundo pelícano
Pone, a su vez, un huevo muy blanco
De donde sale, inevitablemente,
Otro que hace lo mismo.
Esto puede durar mucho tiempo,
Si antes no hacemos una tortilla.
(Chantefables et chantefleurs)
Hombre de poca fe
Geraldino Brasil
Fue a pasar el fin de semana en la playa
Y le pregunté con quién dejó su mansión.
Me dijo que el celador había enfermado
Y, como no encontró otro a la hora de salir,
tuvo que dejarla sola.
Agregó: “Dios se encargará de ella”, alzando
los hombros,
con tal desdén por lo que pudieran robarle,
me dio la impresión de que tenía
a Dios por un vigilante irresponsable.
(Poemas útiles. U. de A., Medellín, 1999)
Dádiva
Leonard Cohen
Hago esta canción para ti,
Señor del mundo,
que lo tienes todo,
menos esta canción.
(La energía de los esclavos)
La triste historia del gran amor de mi vida
Henrik Nordbrandt
Cuando estuve en Beirut
me encontré a más de 10 personas distintas
que juraron
que te habían visto en Estambul.
Cuando estuve en Estambul
un número equivalente de personas
pudieron jurar
que te habían visto en Beirut
pero no sólo eso:
Los de Estambul
podían jurar al mismo tiempo
que nunca habías estado en Estambul
y los de Beirut
que nunca habías estado en Beirut.
Y aún quedan los de Atenas
que sostienen que no te han visto
en Beirut ni en Estambul.
Así es que finalmente
he abandonado la idea de encontrarte.
Pero, ¿qué voy a hacer
para evitarlo?
¿Encaminarme a Beirut, Estambul o Atenas?
Y, ¿qué ciudad
abandonaré primero?
* Fotos: G.B.Z.