Editoras invitadas: Pía Barros y Lorena Díaz Mesa
Derechos de autor
Pía Barros (Chile)
Las letras se despegan del cuaderno donde el autor, con rigurosidad, ha descrito al asesino.
Duerme mientras las letras suben la escalera, dibujando precisas al hombre robusto con el puñal en la mano y la mirada decidida, en busca de la garganta que cercena de un tajo limpio, aunque para nada discreto. El personaje limpia el cuchillo y lo guarda en su chaqueta.
Después, el malagradecido se marcha a habitar en otra novela.
El prosista irreprochable
Fabián Vique (Argentina)
Nunca puso un adjetivo de más. No cayó en el psicologismo ni en el panfleto. No cultivó la literatura pasatista, pero tampoco militó en el experimentalismo. No fue solemne, ni cursi, ni pretencioso, ni meramente sarcástico. Jamás escribió una línea.
Calígrafo
Ricardo Sumalavia (Perú)
—Maestro, he derramado una gota de tinta sobre el papel. ¿Qué hago?
—Sólo cuida que no haya sido tu gota más bella.
La historia la escriben los que ganan
Natalia Greta Martínez (Argentina)
Todo era oscuridad hasta que Diosa se cansó de dormitar en el vacío. Con sus dedos dio la luz. Después, separó tierra y agua como si peinara harina. Por último, amasó plantas y animales. Cuando terminó, vio que todo era muy bueno y decidió descansar.
Mientras ella dormía, Dios observó este planeta y agregó un ser hecho a su imagen y semejanza. Hoy los textos sagrados instruyen que Él creó todo y que de un hombre surgieron las mujeres y, con ellas, los males.
Quizás el problema de nuestro mundo no es tanto quién lo creó, sino quién lo escribe.
¿Es el Principio el Fin?
Sisinia Anze (Bolivia)
Hace cien mil años, en un lugar del universo, una mujer escribe lo que tú en este momento estás leyendo, inspirándote a escribir lo que en cien mil años ella leerá.
Mujer que ama
Raúl Brasca (Argentina)
Él citó a Canetti, dijo: “La felicidad, ese despreciable objetivo vital de los analfabetos”. Ella se encogió de hombros, lo amaba, admiraba su desapego de todas las formas de consuelo, su obstinación en desmantelar las trampas, su afán por ser en la verdad absoluta. Pero pensaba que la felicidad bien valía el analfabetismo.
Misión indeleble
Guillermo Bustamante Zamudio (Colombia)
Mi tarea es escribir. La pila de papel disponible a mi izquierda, sobre el escritorio, disminuye a medida que crece, poco a poco, la de hojas pautadas a mi derecha. Solamente me asignaron esa cantidad de papel. De manera que, cuando se acaba, volteo el arrume y lo paso al lado izquierdo. Las primeras hojas siempre están ya blancas, y las demás lo estarán cuando les corresponda su turno, pues aprendí a fabricar una tinta que se va borrando lentamente. Usted pensará que se han perdido muchos textos. Yo le replicaré que se ha salvado la escritura.
Textos tomado de:
Gestos de escritura. Sherezade/Asterión, 2020.
Pía Barros y Lorena Díaz Mesa (compiladoras)