domingo, 3 de noviembre de 2019

248. Hermanos


Milonga de los dos hermanos
   Jorge Luis Borges

Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.

Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.

Velay, señores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.

Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le fue tendiendo un lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.

Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel.



El salvador
   Salvador Dalí

   Mi hermano primogénito murió por una meningitis a los siete años. Yo nací nueve meses y diez días exactos después de su entierro. Éramos como dos gotas de agua. Me llamaron “Salvador”, que era el mismo que tenía mi hermano muerto, porque había venido a salvar esa pérdida.


Gemelos
   Mark Twain

   Éramos gemelos mi hermano Billy y yo, hasta que un día, en la tina, se ahogó uno de los dos. Y desde entonces no he sabido nunca si el muerto era Billy o era yo.


Dos hermanos gemelos
   Andrés Duprat

   Dos hermanos gemelos vivían en el mismo pueblo. Estaban enfrentados desde hacía años y, como no querían ser confundidos, uno llevaba siempre barba. Éste vivía modestamente; en cambio, el otro era rico y vivía en un hermoso chalet, justo en frente de una enorme fundición que era de su propiedad, donde cada tanto recibía la visita de lujosos autos negros que venían de la capital.
   Ambos frecuentaban el único cabaret del pueblo. El último año, lo único que los unía era la obsesión por una prostituta pelirroja que había venido del Paraguay. Compartir esta relación era un tormento para ambos. Pero el rico convenció a la mujer para que se casara con él y se fueron a vivir juntos. El otro quedó sumergido en un dolor inmenso.
   Fue así que una noche, imprevistamente, se presentó en la casa de la pareja con la excusa de zanjar las diferencias que tenía con el hermano. Salieron a caminar por el predio y, de pronto, tomó un hierro que encontró por ahí y le asestó un golpe terrible, seco, en la cabeza del hermano que cayó al piso, muerto al instante. Después, acarreó el cuerpo y lo incineró en uno de los hornos de la fundición. Finalmente, se afeitó con esmero y se vistió con las ropas de su hermano. A la media hora estaba abriendo la puerta de la casa donde la paraguaya lo esperaba para cenar. La pelirroja no notó ninguna diferencia o, vaya uno a saber, se hizo la distraída por conveniencia. Lo cierto es que dicen que él pasó los mejores meses de su vida, los más felices juntos a esta mujer. Hasta que un día llegaron los hombres que venían de la ciudad, en sus autos negros y, confundiéndolo con su hermano, ¡bum!: lo liquidaron, al parecer, para ajustar cuentas pendientes que tenían con él y que él, por supuesto, desconocía.
   Al igual que el de su hermano, su cuerpo no fue encontrado jamás.
(El ciudadano ilustre, 2016. Película dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn).


Croupier
   Laura Luna

   Aficionados a los juegos de palabras eligieron cuidadosamente que ‘Julio’ sería su hijo mayor, y ‘César’, el menor. La enfermera, novata y no acostumbrada a las parejas de gemelos idénticos creyó trastocar las manillas de identificación, pero al no estar segura los entregó a su madre con los nombres que les cayeron en suerte. Durante el primer año, los jóvenes padres que no terminaban de decidir cuál marca distintiva pertenecía a quién, siguieron barajándolos sin orden ni concierto. Los gemelos, conocedores de esta confusión insubsanable siguieron revolviéndose a su acomodo hasta el punto tal que olvidaron de veras quién era cuál. El día que Julio sacó en suerte los números de la lotería, César estuvo seguro de haber sido quien la había comprado, y cuando César amaneció en la cama de una hermosa rubia, Julio juró por todos sus Santos que había sido él quien la había enamorado. Años después, un anciano Julio César sigue diciendo a quién lo quiera escuchar, tras las rejas, que disparó a la cara de su hermano creyendo de veras que se estaba suicidando.
(La esquina delirante, diario El Espectador)


Asientos contiguos
   Alberto Chimal

   Estaban tan absortos pensando «¿Dónde?, ¿dónde estará el amor de mi vida?» que ni por un segundo notaron que eran siameses.
(83 novelas)



Entre hermanas 
   Eduardo Gotthelf

   Siempre competimos, mi hermana y yo. De jóvenes, una siempre le robaba el novio a la otra. A la hora de casarnos, seguramente para evitar problemas, ambas elegimos hombres poco agraciados.
   Pensándolo bien, los hombres poco agraciados tienen un atractivo muy especial.
(Cuentos pendientes)