domingo, 24 de marzo de 2019

232. Día de la memoria


Editora invitada: Mónica Cazón


En Argentina, el 24 de marzo se celebra el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, conmemorando a las víctimas de la dictadura que gobernó Argentina desde 1976 hasta 1983, años durante los cuales hubo arrestos ilegales, opresión de ciudadanos por parte del ejército y desapariciones. Se estima que entre nueve y treinta mil personas desaparecieron, y todo el que entró en conflicto con la ideología del régimen gobernante, vio reprimida su libertad de expresión.
   Ekuóreo conmemora este día con una selección de minicuentos, a cargo de la escritora Mónica Cazón.

Los mitrales
   Raúl Brasca

a Olga de Souza Pinto, Oscar F. Sánchez, 
Juan Takara y Enrique Sous. 
In memoriam.

   En la patria de los pájaros hay todas las especies. Sólo faltan los mitrales, que se forjaron una patria para ellos solos. Con esto evitaron los riesgos de volar. Los mitrales son voraces y tienen buena voz. Su filosofía es clara: la jaula no encarcela sino que protege, todo lo que se necesita para ser feliz está del lado de adentro. De hecho, los que alguna vez salieron no lograron sobrevivir, dicen que porque no supieron procurarse alimento; pero no es verdad, la inmensidad del aire les paralizó el corazón. Bien alimentados y seguros en sus jaulas, los mitrales aspiran a ser las únicas aves. Y en las épocas en que la patria de los pájaros es diezmada por las balas, deliran de gozo creyendo que lo conseguirán. Entonces, inflan el pecho y lanzan un silbido tan potente que no deja oír el ruido de las alas rotas ni el triste piar de las aves del cielo que agonizan hundidas en la hierba.

(Escritores por la memoria, la verdad y la justicia)

El entrerriano (I)
   Rogelio Ramos Signes

   El viejo represor, sentado en una silla de ruedas frente al tribunal, imagina qué otras cosas pueden venirle bien a su atuendo: un bastón de tres patas, por si tiene que ponerse de pie; un respirador portátil; un pañuelo siempre a mano.
   Sin armas, el miedo lo atenaza, mientras trata de recordar algo que le sirva de atenuante. Pero ya es inútil; nada habrá de ayudarlo. La memoria de sus víctimas ha cubierto el recinto y la condena universal es inminente.


Croquis inaugural
   Leonardo Mercado

   Daniel M. pasó más de treinta años dibujando casas en su tablero. Él les delineaba personitas dentro, con lápiz, para que los censuradores de la planificación urbana no sospecharan. Entonces, antes de la entrega, las borraba lenta y pausadamente. Menos una cara, menos una pierna, menos un vestido, las paredes quedaban despobladas.
   Un día, Daniel M., cansado de tanta casa vacía, decidió dibujar una distinta, con colores, con risas, con ventanas, con abrazos. Y las personitas que habitaron el plano fueron de tinta. Y fueron siete. Y fuimos nosotros.
   Desde entonces, Daniel M. ya no dibuja casas, ahora dibuja hogares.


Fusilamiento
   Sandro Centurión 

   Pidió que lo fusilaran sentado, con su máquina de escribir sobre el regazo. Los soldados cargaron las balas, y el escritor cargó una hoja blanca en el carro de papel. Dio un par de giros a la perilla del rodillo, centró la hoja, ubicó los márgenes, trancó el seguro de la mayúscula, y empezó a escribir. En el preciso instante en que el pelotón de fusilamiento efectuó los disparos el escritor tipeó el punto final, confiando en que las balas se desintegrarían en el aire.
(Yo también maté a un Terminator)


La noche 
   Fabián Vique

   La noche producía, entre aquellos hom­bres y mujeres, una sensación de horror. Se encerraban en sus casas, temblaban, lloraban, no podían dormir. Por subrayar­les las creencias, cada tanto entrábamos al pueblo, saqueábamos, violábamos, incendiábamos.