domingo, 18 de noviembre de 2018

223. Darío Jaramillo - Premio de poesía Federico García Lorca



Darío Jaramillo Agudelo (Santa Rosa de Osos, Antioquia, 28 de julio de 1947) es un poeta, novelista y ensayista colombiano, considerado el principal renovador de la poesía amorosa en Colombia y uno de los mejores poetas tanto de la llamada "generación desencantada" como de la segunda mitad del siglo XX. En días recientes  fue merecedor del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, en su edición número 15. En homenaje, e-Kuóreo le dedica esta entrega, con minicuentos de su autoría. Textos tomados de La voz interior (Bogotá: Pre-textos, 2006).



Cajón de sastre 7

   Una familia de clase media, él contador, ella ama de casa, un hijo de trece y una hija de catorce, gente común y corriente, se diría que gris. Un buen día, una tarde de sábado en que el hastío se puede tocar, los cuatro miran el televisor. Están en anuncios: un banco, una cerveza y, de súbito, durante la publicidad del detergente, la bolsa del polvo blanco comienza a salir de la pantalla y se vuelve real ante sus ojos. El contador apaga el televisor. Todos se miran y también miran y tocan la caja del limpiador. Al principio creen que es una nueva forma de promoción. Llaman a la vecina, no le preguntan, pero ella tampoco se refiere a nada insólito. Conociéndola, esta es una confirmación. Hacen otro experimento. Con un pretexto inventado y verosímil, mandan a la niña a otra casa próxima. La hija vuelve con noticias: todos están viendo televisión y no ha pasado nada. La madre prohíbe a todos que cuenten. Comienzan a vivir del televisor. De él extraen, como de una mina, la comida y la ropa. A veces corren en peligro, como el día en que pasaron por un canal donde había un programa sobre hormigas. Tuvieron una verdadera plaga. Pero el principal problema son los tiroteos.


Cajón de sastre 15

   Hastiado de la fama, Elvis Presley decide morir para el mundo. Finge una grave enfermedad. Publica la noticia de su muerte. Desaparece en el anonimato. Años después, siente nostalgia de la celebridad. Decide resucitar. Se presenta en uno de los innumerables concursos de imitadores de Elvis Presley. Queda segundo. 


Pentecostés 2

   Mariela es una mujer anodina. Auxiliar de contabilidad en una empresa inmensa en donde pasa inadvertida, esposa de un taxista de pocas palabras y muy apacible, madre de una niña juiciosa de dos años que deposita todos los días en casa de su madre. Los domingos, sin falta, va a misa y le agradece a la Virgen María todos los parabienes que el cielo le concede: la salud, los cinco sentidos, el trabajo, el marido, la hija. Un día, a la salida de la misa, se le aparece la Virgen. Nada espectacular. La Virgen no llega montada en una nube ni precedida de un gran resplandor. Casi tropieza con ella en la puerta. Después entenderá que la Virgen escogió esa manera de acercarse a ella. En un murmullo la Virgen le dice que le gusta que Mariela rece para agradecerle y no para pedirle nada. A partir de eso, la vida de Mariela cambia por completo.
   La vida de Mariela cambia por completo no propiamente porque se le haya aparecido la Virgen sino porque comete el error de contarlo y todo empieza a salirle mal. El marido apacible se pone muy nervioso porque cree que vive con una mujer loca, sus jefes —que antes nunca se habían fijado en ella— comienzan a hacerle imposible la vida: ¿es de fiar una contabilista que tiene alucinaciones? Y hasta la madre, tan cariñosa, tan convencional, insiste en mantener consigo a su nieta, no le fuera a dar un ataque de locura a la madre; esto último, claro, no se lo dice pero lo piensa.


Pentecostés 8

   La intervención de Dios suele ser la explicación más verosímil como causa del misterio que es el cambio intempestivo de una vida. En los casos de Bartolomé y de Yukio, la intervención de Dios es la única explicación posible. Bartolome y Yukio no se conocieron nunca, nunca supieron el uno del otro. Bartolomé era un monje  trapense dedicado a la oración y al cultivo de una huerta para la cocina y el botiquín de un convento situado en las montañas del Aragón, muy cerca de la frontera francesa. Yukio habitaba desde niño en un monasterio budista situado en una isla al norte del Japón. Merced a su piedad y al olvido de sí mismo, gracias a la disciplina con que habían emprendido los caminos y los pasos de la ascética, Dios concedió a ambos las más altas experiencias místicas. Pero trocadas. Bartolomé comenzó a sentir el vacío absoluto, llegó al nirvana y una voz secreta le dijo que el nombre de esos raptos es el nirvana. Yukio, en medio de su propia falta de ser, ya en la perfecta ausencia de sí mismo, sintió la presencia irrevocable de un hombre crucificado, y percibió en su carne el dolor de las heridas y supo que ese sacrificio es sagrado, que Dios hecho hombre muere para redimir las manchas del hombre.


Pentecostés 9

   Ignacio y Hortensia, marido y mujer, son dos católicos practicantes y convencidos. Como tales, ambos tienen plena convicción de que los sacramentos son sagrados, cosa de Dios para regular la vida de los pecadores y señalarles el camino al cielo. Cuando se casaron, ambos sabían que contraían un compromiso solemne, hasta que la muerte los separara, que eran una sola carne, que se debían apoyo, compañía y respeto, que compartirían techo, lecho y mesa de por vida.
   Un buen día Hortensia se da cuenta de la más cruel verdad: si continúa viviendo con Ignacio, lo va a odiar y se va a ir al infierno por no amar al prójimo, y no a cualquier prójimo, sino por no amar al prójimo al que juró amar. Se lo dice a Ignacio y él también se da cuenta de lo que podría pasar: odiaría a la mujer que antes amaba si ella lo llegara odiar. También son conscientes de que no pueden deshacer lo que Dios unió, que no está en sus manos romper un juramento sagrado. 
   Después de discutirlo sin ponerse de acuerdo, Hortensia decide abandonar a Ignacio. Ese día les cambia la vida a los dos. Ella enfrenta su conflicto religioso con la inmodificable decisión de no romper el vínculo, de purgar su falta sin divorciarse, pero sin odiar a Ignacio, más bien con afecto por él. Ignacio, que no tiene motivos para sentirse culpable, al fin y al cabo, no fue él quien rompió el matrimonio, se llena de remordimientos cuando, pocas semanas después del abandono de su mujer, se enamora de una compañera del coro donde canta.


Comentarios reales 1

   Para evitar que los bárbaros que invadían los pequeños reinos vecinos lo mataran, el rey Matías decidió tener varios dobles idénticos a él. Después de perfeccionar la técnica y tras hondas y muy lógicas reflexiones, el rey Matías mandó algo más: que todos los hombres adultos de su reino debían ser idénticos a él. Y que todos, en adelante, se llamarían Matías, como él. No sabía que así labraba la felicidad eterna de su reino, pues todos los hombres respetaban a los demás, bajo el temor reverencial de estar tratando con su majestad en persona. Había, sí, muchos chismes entre las mujeres, pero eso no perturbaba la impasible tranquilidad de todos los hombres. 


Comentarios reales 2

   Si no existen los caballos, los reyes tampoco pueden existir. Es sencillo: nadie le cree a un rey que no tenga caballos. (En cambio, todo el mundo le cree a un caballo aunque no tenga rey: esto demuestra que son más necesarios los caballos que los reyes.) Aun en estos tiempos, un rey en motocicleta, o esquiando, será un rey, pero es un rey en vacaciones. Para reinar, los reyes necesitan a los caballos.
   Todo esto lo sabía el rey Apolonio y llegó a angustiarse cuando descubrió que los caballos y las yeguas de su territorio no se reproducían. Se entregó con tanto ahínco al problema que aprendió el lenguaje equino y, conversando con una yegua, descubrió que todos los caballos de su reino eran antimonárquicos. Así, rápidamente, trajo a su reino caballos de dogmáticas creencias absolutistas y pudo salvar el régimen monárquico en sus tierras.