domingo, 17 de junio de 2018

212. Daniil Jarms II



Daniil Jarms


Un soneto

   Me sucedió algo asombroso: de pronto, olvidé cuál estaba antes, si el 7 o el 8. 
   Fui a casa de mis vecinos y les pregunté qué pensaban de eso.
   Me quedé realmente atónito cuando ellos me dijeron que tampoco recordaban la secuencia de los números. Recordaban 1, 2, 3, 4, 5, 6, pero habían olvidado lo que seguía.
   Fuimos todos al almacén ubicado en la esquina de las calles Znamensky y Basseinaia, y consultamos con la cajera. La cajera sonrió tristemente, se sacó un martillito de la boca y, haciendo un mohín, dijo:
   —Pienso que el 7 está después del 8, en aquellos casos en que el 8 está después del 7.
   Le dimos las gracias a la cajera y salimos alegremente del negocio. Pero luego, al recapacitar sobre las palabras de la cajera, volvimos a quedarnos callados, porque descubrimos que lo que había dicho no tenía sentido. ¿Qué podíamos hacer? Entramos en el jardín botánico y contamos árboles. Pero cuando llegábamos al 6, nos deteníamos y discutíamos. Algunos pensaban que a continuación venía el 7, y otros que a continuación venía el 8.
   Discutimos un largo rato, pero afortunadamente un niñito se cayó de un banco del parque y se rompió las dos mandíbulas. Eso nos distrajo de nuestra controversia.
   Después, nos fuimos todos a casa.
12 de noviembre, 1935.


Defensa

   No quiero jactarme. Pero cuando Volodia me pegó en la oreja y me escupió en los ojos, le di una lección que jamás olvidará. Fue entonces cuando le pegué con la hornalla de gas; ayer le pegué con la plancha. Pero no se murió en seguida. ¿Y dónde están las pruebas de que ese día le amputé la pierna? Todavía estaba vivo. Y maté a Andriusha a golpes sólo porque me dejé arrastrar por el impulso. No soy en modo alguno responsable por eso. ¿Por qué se metieron allí Andriusha y Liza Antonovna? ¿Quién los obligó a trasponer ese umbral?
   Me han acusado de ser sanguinario. Se ha dicho que bebí la sangre. Eso es mentira. Sólo lamí los charcos y las manchas. Es natural que uno quiera borrar los rastros, incluso de la trasgresión más inocente. Y no violé a Liza Antonovna. En primer término, ya ni siquiera era virgen. En segundo término, lo que tenía entre manos era un cadáver. De modo que la acusación es desatinada. ¿Y qué importa que estuviera a punto de dar a luz? Yo le saqué el chico de adentro. Y si no pudo sobrevivir, la culpa no es mía. Yo no le arranqué la cabeza. La culpa la tiene su pescuezo frágil. Sencillamente, no era apto para vivir. Claro que pisoteé al perro. Pero es realmente cínico acusarme de asesinar a un perro, cuando allí mismo se habían perdido tres vidas humanas. No cuento al bebé. Digamos, y es posible que incluso yo lo admita, que fui un poco cruel. Pero juzgarme porque defequé sobre esas víctimas es, si me disculpan, absurdo. El defecar es una necesidad humana natural. ¿Cómo puede ser, entonces, indecente? Entiendo algunos temores de mi abogado defensor, pero creo que quedaré totalmente absuelto.


Una ilusión óptica

   Semion Semionovich, después de calarse las gafas, mira el pino y ve que un campesino está sentado allí y le muestra el puño.
   Semion Semionovich se quita las gafas, mira el pino y ve que no hay nadie allí sentado.
   Semion Semionovich, después de calarse las gafas, mira el pino y nuevamente ve que un campesino está sentado allí y le muestra el puño.
   Semion Semionovich se quita las gafas y ve nuevamente que no hay nadie sentado en el pino.
   Semion Semionovich, después de calarse una vez más las gafas, mira nuevamente el pino, ve que allí está sentado un campesino y que éste le muestra el puño.
   Semion Semionovich no quiere creer en este fenómeno y decide que es una ilusión óptica.


Incidentes

   Una vez, Orlov comió demasiados guisantes pisados y murió. Krylov se enteró de eso y se murió. Spiridonov se murió por su cuenta. La esposa de Spiridonov se cayó de la alacena y también se murió. Los hijos de Spiridonov se ahogaron en el estanque. La abuela de Spiridonov se dio a la bebida y salió a rodar por los caminos. Mijailov dejó de peinarse y se pescó una enfermedad de la piel. Kruglov dibujó un retrato de una dama con un látigo en la mano y se volvió loco. A Perejrestov le enviaron un giro telegráfico de cuatrocientos rublos y se puso tan vanidoso que lo echaron de su oficina.
   Son buena gente, pero no saben controlarse.
22 de agosto, 1936.


Un linchamiento

   Petrov está montado a caballo y, volviéndose hacia la multitud, pronuncia un discurso acerca de lo que sucederá si, en lugar del parque público, se construye un rascacielos de estilo norteamericano. La multitud lo escucha y evidentemente aprueba. Petrov escribe algo en su agenda. De la multitud, se desprende un hombre de estatura mediana que le pregunta a Petrov qué escribió en su pequeña agenda. Petrov le contesta que eso es asunto suyo. El hombre de estatura mediana insiste. Una palabra lleva a la otra y se produce un altercado. La multitud toma partido por el hombre de estatura mediana. Para salvar la vida, Petrakov azuza a su caballo. Se esconde detrás de un recodo del camino. La multitud se enardece y, a falta de otra víctima, se apodera del hombre de estatura mediana y le arranca la cabeza. La cabeza amputada rueda por el pavimento y se atasca en la alcantarilla...
   La multitud, que ha satisfecho sus pasiones, se dispersa.


Una pieza teatral

   Shashkin (De pie en el centro del escenario): Mi esposa se ha fugado. ¿Qué puedo hacer? No importa: ahora que se ha fugado, será imposible hacerla volver. Uno tiene que tomar las cosas con filosofía, tiene que ser sensato y entender que todo puede ocurrir. Bendito sea el hombre sabio. Kurov no es sabio, pero yo sí lo soy. Leí dos veces un libro en la biblioteca pública. Decía cosas muy inteligentes acerca de todo.
   Yo me intereso por todo, incluso por los idiomas. Puedo contar en francés y sé decir estómago en alemán: der Magen. Eso es. Incluso el pintor Kozlov es amigo mío. Bebemos cerveza juntos. ¿Y Kurov? Ni siquiera sabe decir la hora. Se suena la nariz con las manos, come pescado con tenedor, duerme con los zapatos puestos, no se cepilla los dientes. ¡Puaj! Eso es lo que llamo un campesino. Haga la prueba de presentarlo en sociedad. Usted pagará los platos rotos: lo arrojarán a la calle y lo maldecirán. Si usted es intelectual, no se mezcle con campesinos.
   Nadie puede conmigo. Si tengo que conversar con un conde, converso con un conde. Si tengo que conversar con un barón, converso con un barón. Ni siquiera es posible descubrir a primera vista qué clase de persona soy.
   Es cierto que no sé hablar bien alemán, aunque sé que estómago es der Magen. Pero si me dicen “Der Magen findel muey”, ya no sé de qué me hablan. Eso sí, Kurov ni siquiera sabe der Magen. Y ella se fugó con esa especie de mamarracho. ¡Ya sé ve qué es lo que buscaba! No me cree hombre, ¿entienden? Dice: “Tienes voz de mujer”. Pero no es una voz de mujer, sino una voz parecida a la de un niño. Una voz delicada, una voz infantil, nada semejante a una voz de mujer. Qué tonta es. ¿Qué interés tenía en Kurov? El pintor Kozlov dice que tengo la figura ideal para un retrato.


Un vínculo

      ¡Filósofo!
  1. Escribo esto en respuesta a la carta que te dispones a escribirme en respuesta a la carta que te escribí.
  2. Un violinista compró un imán y lo llevaba a su casa. En el trayecto, lo atacaron unos ladrones y con un golpe le hicieron volar la gorra de la cabeza. El viento alzó la gorra y la llevó calle abajo.
  3. El violinista dejó el imán en el suelo y corrió detrás de la gorra. Ésta cayó en un charco de ácido nítrico y se disolvió.
  4. En el ínterin, los ladrones recogieron el imán y se escondieron.
  5. El violinista volvió a su casa sin la chaqueta ni la gorra, porque la gorra se había disuelto en el ácido nítrico y el violinista, trastornado por esa pérdida, había olvidado la chaqueta en el tranvía.
  6. El conductor del tranvía llevó la chaqueta a una casa de empeños y la cambio allí por crema agria, sémola y tomates.
  7. El suegro del conductor comió demasiados tomates, se intoxicó y murió. El cadáver del suegro del conductor fue a parar a la morgue, pero hubo una confusión y, en lugar del suegro del conductor, sepultaron a una vieja cualquiera.
  8. Sobre la tumba de la vieja clavaron una estaca blanca con la inscripción: “Anton Sergeevich Kondratev”.
  9. Once años más tarde, los gusanos terminaron de roer la estaca y ésta se cayó. El sereno del cementerio partió la estaca en cuatro pedazos y la usó para alimentar el fuego de la cocina. La esposa del sereno del cementerio cocinó una sopa de coliflor sobre ese fuego.
  10.  Pero cuando la sopa estuvo lista, una mosca cayó directamente sobre la marmita de la sopa, desde la pared. La sopa se la dieron al mendigo Timofei.
  11. El mendigo Timofei tomó la sopa y le dijo al mendigo Nikolai que el sereno del cementerio era un hombre bondadoso.
  12. Al día siguiente, el mendigo Nikolai fue a visitar al sereno del cementerio y le pidió dinero. Pero el sereno del cementerio no le dio nada al mendigo Nikolai y lo echó de allí.
  13. El mendigo Nikolai se puso furioso e incendió la casa del sereno del cementerio.
  14. El fuego se comunicó de la casa a la iglesia y ésta ardió totalmente.
  15. Se realizó una larga investigación, pero fue imposible determinar el origen del incendio.
  16. En el solar donde había estado la iglesia, se construyó un club. El día de la inauguración del club, se celebró un concierto en el que participó el violinista que catorce años atrás había perdido la chaqueta.
  17. Entre el público, estaba el hijo de uno de los ladrones que catorce años atrás le habían hecho volar la gorra al violinista.
  18. Cuando terminó el concierto, los dos volvieron a sus casas en el mismo tranvía. El conductor del tranvía que marchaba detrás del de ellos, era el mismo que en otro tiempo había vendido la chaqueta del violinista en la casa de empeños.
  19. Y aquí los tenemos, viajando por la ciudad a altas horas de la noche: adelante, el violinista y el hijo del ladrón; atrás, el conductor.
  20. Viajan e ignoran el vínculo que existe entre ellos, y lo ignorarán hasta el día de su muerte.