domingo, 16 de agosto de 2015

138. La metamorfosis, 100 años


Primera historia
   Harold Kremer


   Mi prima Milena era vecina de los Samsa. Según ella, durante largo tiempo fueron pudientes, pero un día el destino les quitó lo que el azar les había dado y la casa se llenó de acreedores que exigían el pago inmediato de innumerables facturas. En esa época, Gregorio era un joven con un gran porvenir, Greta aún era una niña y el viejo Samsa conservaba la vitalidad de sus años mozos. Todos los días, el viejo salía muy temprano de la casa, con la promesa de regresar a la noche con algún negocio entre las manos. Pero cada vez regresaba derrotado: nadie confiaba en él, ni siquiera a ese señor que tenía un almacén de telas o algo parecido. A esta desgracia bien pronto acudieron otras. Un día de prolongado invierno, el viejo insistió en salir a buscar negocios, a pesar de los ruegos de Grete y las lágrimas de la señora Samsa. La tormenta arreció y el hombre fue encontrado, casi congelado, en una bocacalle. Desde ese día, el joven Gregorio se encargó de la familia y de algunas deudas que el viejo había contraído con el dueño del almacén, logrando, al cabo de varios años, recuperar el patrimonio y el buen nombre de la familia. Milena veía salir al joven Gregorio muy temprano de casa. Se decía que tenía un importante cargo y que pensaba enviar a su hermana al Conservatorio. Creo que era el violín lo que haya le gustaba.
   Ustedes saben el resto… La desgracia se apoderó nuevamente de ellos. Un día, el joven Gregorio amaneció loco, gritando que era una cucaracha.
(Historias contadas por terceros sobre la vida de Gregorio Samsa)


Franz Kafka
   René Avilés Fabila

   Al despertar Franz Kafka una mañana, tras un sueño intranquilo, se dirigió hacia el espejo y horrorizado pudo comprobar que:
   a. seguía siendo Kafka,
   b. no estaba convertido en un monstruoso insecto,
   c. su figura era todavía humana.
   Seleccione el final que más le agrade marcándolo con una equis.
(Fantasías en carrusel. México: FCE, 1995)


La metamorfosis
   Alberto García Elena

   Al despertar Gregor Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Al apreciar que tenía alas, no se lo pensó dos veces y, sin más dilación, se fue al trabajo volando por la ventana, saltándose los semáforos y la Ronda Litoral. Sus superiores quedaron tan gratamente sorprendidos por su puntualidad que fue declarado Trabajador del Mes en un acto solemne —con la asistencia de toda su familia y de las principales personalidades de la vida económica y cultural de la ciudad—, en el transcurso del cual el presidente en persona le colocó el pin de la impresa en medio del tórax, lo que le causó —después de unas pequeñas convulsiones sin importancia— la muerte de forma incontestable y le preparó a la perfección para ser exhibido en una caja con tapa de cristal que puede ser visitada, como saben ya todos los coleccionistas, de nueve a cinco de la tarde, de lunes a viernes y primeros sábados de cada mes, en el vestíbulo principal de la empresa. Precios reducidos para grupos.
(Galería de hiperbreves)



La cucaracha soñadora
   Augusto Monterroso

   Era una vez una cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha.





Con el perdón de Kafka I
   Juan Manuel Roca

   Al despertar, el monstruoso insecto amaneció convertido en Gregorio Samsa. Tendrá que oír el golpeteo de la lluvia en su alféizar de hojalata para saber que las horas de Praga se cuentan en la clepsidra del invierno.
   Al fondo del hospedaje para familias sin mañana, el pobre insecto de múltiples patas deberá bañarse, peinarse, apuntalar su corbata de vendedor ambulante, oír algo peor que el paso de los trenes: la voz de la obediencia. El pobre insecto membranoso amaneció convertido en hombre y no pudo traducir su oscuro sueño.
(Antología. 58 escritores colombianos. México: Ministerio de cultura, 2007)


Gregorio Samsa, según Miguel de Cervantes
   José de la Colina

   En un barrio de Praga de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un joven viajante de comercio de los de camisa semanaria, corbata manchada de sopa y zapatos polvorientos. Es pues de saberse que este sobredicho viajante, en los ratos en que no andaba vendiendo, que eran los más del año, se daba a leer libros de entomología (ciencia que trata de los insectos), con tanta afición y gusto que olvidó de todo punto su trabajo y, leyendo, se le pasaban las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio. Rematado ya su juicio con tales lecturas, vino a dar en el más extraño pensamiento en que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, para escapar al fisco y a los acreedores, convertirse en un escarabajo...
 (De libertades fantasmas o de la literatura como juego. México: Fondo de Cultura Económica, 2013)