sábado, 19 de julio de 2025

398. Ajedrez VI

Editor invitado: Eduardo Serrano Orejuela 


Imagen generada con IA


Cantar de gesta
   Fernando Sánchez Clelo

   Mi castillo está a punto de caer. El ejército y los corceles han sido arrasados en el campo de batalla. La reina ha sido asesinada. El último gran caballero está muerto. Mi reino está perdido, pero no me rendiré: me queda mi dignidad. Moriré de pie, orgulloso de mi color.
   –¡Jaque mate!


Palamedes
   Pedro Badrán Padauí

   El guerrero que difundió el ajedrez entre los griegos era pacifista y no mereció de Homero ningún verso en su largo poema. La razón era sencilla: antes de iniciar las hostilidades sobre Ilión, Palamedes sugirió que Paris y Menelao resolvieran sus rencillas en un torneo de ajedrez. Aquellas partidas se prolongaron durante veinte años y en realidad fueron el material en el que Homero basó sus cantos. Palamedes fue muerto accidentalmente por Áyax, quien enloqueció al no soportar la prolongada inactividad. Una clandestina secta de ambientalistas y vegetarianos venera su nombre.


La granada XVI
   Enrique Anderson Imbert

   La mañana se ensombreció, y cuando miró hacia arriba, creyendo encontrar una nube, alcanzó a ver una mano enorme que se retiraba rápidamente detrás del cielo. Si esa mano era la que iba a moverlo por el tablero del mundo ¿qué sería él, peón, rey, torre, caballo, alfil?
(El gato de Cheshire)


Así nació la monarquía
   Claudia López

   El rey empezó por decretar un número: 2. Su limitada imaginación lo hizo suponer que 2 era el número de la guerra y del amor. Así, decidió que, entre tanta variedad, las mujeres se clasificaran entre blancas y negras. Las legiones de damas (así se convino en llamarlas formal y genéricamente) guardan de aquella época una carcajada que les humedece los ojos ante el más leve movimiento de piezas. Aún hoy, muchos interpretan erróneamente esta inclinación a las lágrimas.
(Pasatiempos)


La piezas del ajedrez
   Jorge Luis Borges

   No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.
   También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y de blancos días.
   Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?


Diferencias
   Luis Mallarino

   A pesar de las marcadas diferencias socioculturales, económicas y étnicas, la dama blanca –no se sabe cómo– terminó perdidamente enamorada del peón más negro.
   Las primeras en enterarse fueron las torres; claro, el peón no disimulaba y por las noches cantaba sones montunos mientras la reina movía sus caderas descaradamente.
   No tardaron en saberlo los alfiles, pero igual respetaban al rey que a la reina, así que guardaron silencio.
   Los caballos sí relincharon la noticia a tiempo, pero el rey no entiende de relinchos; sí de latigazos.
   Así, cuando el rey quiso darse cuenta, ya era tarde: estaba en jaque.
   El peón logró la coronación.


Corrientes filosóficas
   Luis Mallarino

   ¿Decisión o Destino? se preguntan los peones constantemente, y de estas discusiones han surgido múltiples corrientes filosóficas.
Los más irreverentes creen rotundamente en la autonomía de cada paso, de cada gesto: todo lo que hace un peón sobre su universo, lo hace medalaganariamente. No dioses, no destino, no funciones algebraicas, no astros, no peón-4-alfil-rey, no Txb5. Cada peón es absoluto responsable de sus actos, hasta su muerte.
   Los ortodoxos, como es de suponer, creen en los dioses y en las escrituras. Dicen estas que en los últimos tiempos se levantará peón contra peón y reino contra reino, que los reyes serán aduladores de sí mismos, que los débiles serán oprimidos y no habrá paz en el mundo.
   Hay otro bando que cree que todos los movimientos están regidos por los astros; el horóscopo lo es todo en la vida de estos peones. Acuario: No se te ocurra acercarte a ese caballo. Escorpión: Es buen momento para cambiar de casilla. Aries: Quédate en tu sitio, sin desesperarte. Los astros no mienten, piensan lo peones.
   Una minoría cree en la ley del equilibro o de la compensación: la muerte de un peón amigo tarde o temprano generará la muerte de un peón enemigo; esta segunda muerte puede darse al siguiente instante (Cuando esto sucede, los peones se enorgullecen de su creencia); sin embargo, si la muerte no se da de tal modo, no interesa; pues la ley del equilibrio puede compensar peón contra peón, siglos después, vidas después.
   Otro pequeño grupo se dedica hace siglos a la creación y estudio de una extraña notación algebraica que, según ellos, contiene el misterio de la existencia, y bien podría definir el pasado, presente y futuro en la vida de los peones y de todos los demás seres del universo. Estos peones les han dado nombre a todas las casillas, y a todos los movimientos posibles sobre el tablero.
   Lo único que no concibe ningún peón, en ninguna de las corrientes filosóficas, es que alguien pueda moverlos como piezas de ajedrez.