domingo, 10 de diciembre de 2023

355. Féminas de ficción V


Nupcias
   Vicente Jaudenes (España)

   Caperucita y el lobo se casaron… y fueron feroces para siempre.
(@jaudenes)


Final
   Alejandro Bentivoglio (Argentina)

   El beso del príncipe despertó a la princesa de su sueño fatal. Y se casaron. Pero el padre
del príncipe no se moría nunca y el príncipe seguía sin corona. Así que la princesa se
escapó con uno de los obreros del palacio que estaba trabajando en la construcción de
una nueva torre. Tuvieron muchos hijos y se cuenta que tampoco vivieron felices.
(2019 - Ginés S. Cutillas [ed.] Los pescadores de perlas)


Para mirarte mejor
   Juan Armando Epple (Chile)
   
   Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no
podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos
cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y
yo no me atrevo ni a sonreírte, con esta boca desdentada.


Desagradecida 
   Débora Benacot (Argentina)

   Una vez que la princesa hubo escapado del fondo de la montaña, fue cuestión de
minutos para que las fuerzas del Rey apresaron al raptor, expropiaran sus riquezas y
procedieran a ejecutarlo.
   El viejo Rinkrank aprendió, por las malas, que todo lo que había escuchado sobre el
síndrome de Estocolmo eran puras patrañas.
(Escrito en un grano de arroz, 2014)


Adán y Eva
   David Slodky (Argentina)

   Expulsados ya del paraíso, Adán increpa a Eva:
   —¡Todo nos era dado, y por ti todo lo perdimos!
   Eva, serenamente, replica:
   —Estamos cumpliendo lo que Él dijo “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y
allegarse ha a su mujer, y serán una sola carne”. ¿Quién es tu padre, sino Jehová Dios?
¿Quién es tu madre, sino la tierra de la que Te Hizo? ¿Quién es tu mujer, sino yo? Pues has
dejado a Tu Padre, y has dejado a tu madre; sólo falta allegarte a mí.
   Y fueron entonces una sola carne, cobijándose en otro paraíso.
(Historias a uno y otro lado, 2021)


Crisis vital
   Carlos Castillo (Colombia) 

   No recordaba nada sobre sí misma. Acosada por la nostalgia, buscó en su memoria
alguna referencia de su pasado; hasta entonces comprendió que no vivía en lugar alguno,
que no tenía familia, amigos ni conocidos. Así mismo, no estaba segura de tener nombre.
   El espejo le devolvió una imagen macabra. Supo entonces que, además, era fea.
   Por momentos deseó salir a la calle, caminar un rato y no pensar. Se moría de ganas
por entrar en una cafetería, tomarse un tinto y mirar pasar a la gente. Alcanzó a
ilusionarse con la idea pero comprendió que era imposible. Su capa negra y su capucha le
parecieron incómodas; le disgustaba vestir igual que la niña del bosque que sí tenía padre,
madre y abuelita.
   Si fuera otra circunstancia, pensaría en suicidarse, pero esta salida también era
imposible. Quiso llorar pero dentro de sí solamente había vacío. Llevó su mano al corazón
y por supuesto no había nada. Ella no podía renunciar, evadirse. Lo supo y comprendió
que para nada era bueno ser la muerte, ese destino no se le desearía a nadie, ni a su peor
enemigo. Lo pensó y se dio cuenta de que tampoco tenía enemigos, ni siquiera eso en la
vida.
(Inmortales)


Caperucita
   Antonio Cruz (Argentina)

   Cuando el lobo salió de su escondite, Caperucita Roja lo inmovilizó con el aerosol que
guardaba en su cartera, lo arrastró hasta el fondo del callejón, vació sus bolsillos y terminó
su faena. Luego se marchó en busca de otros lobos.