domingo, 25 de diciembre de 2022

330. Anómales IV

Los bisabisanes
   Isar Hasim Otazo

   Un solo cuerpo, dos cabezas, cada una quiere echar por su lado. Sólo se juntan para disputarse la comida o para gruñir si se miran. Cada cabeza cree ser espejo de la otra, un espejo que devuelve imágenes mordaces; se odian al verse reflejados en su propia visión. Por eso siempre están  ensangrentadas.
   Como nosotros.
   Si se ponían de acuerdo era porque el hambre las apuraba, o porque en alguna forma oscura adivinaban, sin mayor fuerza, que el destino de una cabeza estaba absolutamente ligado al destino de la otra. Pero como la convivencia es difícil, nunca llegaban a adultos, o maduraban con amargura vengativa.
   Porque nunca sabían de la soledad, fueron perdiendo su dignidad, opacamente.
 

Unicornio
   Guillermo Velásquez Forero (Colombia)

   En el palacio de un remoto país una princesa perdió la virginidad. Y le echaron la culpa al unicornio porque la tierna bestezuela solía dormitar en el regazo de la doncella. La singular criatura escapó ilesa de trampas, emboscadas y persecuciones tendidas por los mercenarios del rey, pero ante el acoso constante del azar violento, tuvo que refugiarse en un reino fantástico. Sólo ha vuelto a aparecer en las fábulas.
(Luz de fuga)

Minotauro - Pablo Picasso

El centauro insólito
   Jaime Lopera Gutiérrez (Colombia)

   Un centauro no tiene validez científica, carece de una descripción definitiva. A medida que progresa nuestro conocimiento de la naturaleza humana y de la anatomía equina, no hay duda de que el centauro empieza a ser una cosa impensable, una percepción que se niega a sí misma.
   Pero ahí estaba, enfrente mío, con su mirada doliente y obligándome a razonarlo.
(Finalista del I Concurso de minicuento convocado por la revista Termita y la Universidad del Quindío - 1982).


Lánicos
   Darío Jaramillo Agudelo (Colombia)

   Los lánicos son buenos perdedores. Son tan buenos perdedores, que nunca han ganado ninguna competencia: por esto puede decirse que los lánicos son los mejores perdedores del mundo. Y que, como perdedores, le ganan a cualquiera.
   Los lánicos apuestan a la lotería y a las carreras de coches, al póquer y a la ruleta. Los lánicos compiten en todos los deportes, como patear cerdos, cernir gelatina y desportillar floreros. Compiten y apuestan y siempre pierden.
   Sólo hay un caso en que el lánico no pierde. Es el caso único de que compita con otro lánico. En ese caso quedan empatados.
(Guía para viajeros, 1991)


Ingrediente
   Ben Jonson (Inglaterra)

   Una víbora, antes de llegar a ser dragón, se come un murciélago.
(Catilina)

Minotauro - Pablo Picasso

Basilisco
   Ambrose Bierce (EUA)

   Especie de serpiente empollada en el huevo de un gallo. El basilisco tenía un mal ojo y su mirada era letal. Muchos infieles niegan la existencia de este ser, pero Semprello Aurator vio y tuvo en sus manos uno que había sido cegado por un rayo por haber fatalmente contemplado a una dama de alcurnia a quien Júpiter amaba. Más tarde Juno devolvió la vista al reptil y lo escondió en una cueva. Nada está tan bien atestiguado por los antiguos como la existencia del basilisco, pero los gallos han dejado de poner.
(Diccionario del Diablo, 1911)


El ágrafo
   Jonas Ellerströms (Suecia)

   El ágrafo vive en su propio sueño de quietud, verde y dorado. La luz se cuela por el follaje, sombras y manchas de sol ondean con las ráfagas de viento, aquí vive el ágrafo en paz. En su piel amarillo-marrón contra la lisa corteza es casi imposible detectarlo; se ajusta hacia arriba o hacia abajo por los troncos y cincela con las muelas los surcos por donde baja la savia. Se acumula y solidifica como una masa nutricia en cuencos que el ágrafo ha cavado donde las ramas sobresalen del tronco. Dos veces al día vacía sus cuencos y luego se sacia con rocío recogido en las flores del naranjo. Por la noche se envuelve en su tupida cola y duerme en un agujero del árbol o en una horqueta hasta que lo despierta la claridad del amanecer. Es una pequeña alma amable. Nadie ha visto nunca un ágrafo. Se ha dado a sí mismo el nombre.