domingo, 10 de febrero de 2019

229. A 90 años del nacimiento de Julio Ramón Ribeyro



Tomados de Dichos de Luder


Cuando a Balzac...

   —Cuando a Balzac le entra la manía de la descripción —observa un amigo— puede pasarse cuarenta páginas detallando cada sofá, cada cuarto, cada cortina, cada lámpara de un salón.
   —Ya lo sé —dice Luder—. Por eso no entro al salón. Me voy por el corredor.


No te des tanta prisa...

   —¡No te des tanta prisa! —le reprocha Luder a un amigo que tiene la costumbre de andar siempre muy rápido—. De todas maneras, vas a llegar puntualmente a la hora de la cita que tienes concertada con la muerte.

Julio Ramón Ribeyro


Grandes artistas...

   —Grandes artistas son los que dan origen a una escuela —dice Luder—. Pero prefiero a los que desalientan con su obra toda tentativa de imitación.


Si me quejo...

   —Si me quejo a menudo de mis males no es para que me compadezcan —dice Luder— sino por el infinito amor que le tengo a mis semejantes. Me he dado cuenta de que la gente duerme más tranquila arrullada por la música de una desgracia ajena.


Cómo me hubiera gustado conocer a Goethe...

   —¡Cómo me hubiera gustado conocer a Goethe, a Stendhal, a Hugo, a Joyce! —exclama un amigo entusiasta.
   —¡Ah, no! —protesta Luder—. No los hubieras aguantado más de cinco minutos. Casi todos los grandes escritores son unos pesados. Sólo la muerte los vuelve frecuentables.


Lo que diferencia a los escritores...

   —Lo que diferencia a los escritores franceses de los norteamericanos —dice Luder— es que los primeros se limitan a cultivar un jardín, mientras los segundos se lanzan a roturar un bosque.
   —¿Y tú?
   —Ah, yo sólo riego una maceta.


Es penoso irse del mundo...

   —Es penoso irse del mundo sin haber adquirido una sola certeza —dice Luder—. Todo mi esfuerzo se ha reducido a elaborar un inventario de enigmas.