domingo, 15 de septiembre de 2013

87. Escritores peruanos I

Editor invitado: Rony Vásquez Guevara

   La minificción peruana presenta una larga tradición literaria que empieza en los primeros años de 1900 con los textos reunidos en el libro En salsa verde (1904) de Ricardo Palma (1). Esta modalidad textual caracterizada por su economía vertiginosa de palabras se desarrolló al margen de los estudios literarios canónicos; no obstante, prestigiosos escritores peruanos ofrecieron algunas minificciones infiltradas en algunos libros de cuentos y, otros, dedicaron libros enteros (2)  a esta por aquel entonces novísima modalidad narrativa (3).
   La presente selección de minificciones peruanas pretende mostrar los mejores textos que se han producido en nuestra narrativa. Como se apreciará en su lectura, muchos son distantes en el tiempo, pero cercanos en sus características; otros, son ingeniosos, y, algunos logran abandonar el fatigoso y maltrecho “final sorpresivo” que tanto ha debilitado a los miniaturistas que fueron seducidos por el facilismo de la brevedad (cuasi) narrativa.
   Como en toda selección siempre resaltan los textos (y escritores) ausentes (pero jamás olvidados), sin embargo el espacio propuesto solo nos permitía elegir 21 minificciones que muestren el desarrollo y exclusivamente el panorama actual de la minificción en nuestra narrativa. Afortunadamente en esta selección presento a los escritores que constituyen el canon de la minificción peruana, por la calidad de sus textos y libros: Fernando Iwasaki (4), Ricardo Sumalavia (5), José Donayre Hoefken (6), William Guillén Padilla (7) y Alberto Benza González (8).
   Finalmente, es necesario agradecer al Comité Editorial de la histórica y prestigiosa revista colombiana Ekuóreo por invitarme a realizar esta brevísima selección y, fundamentalmente, por permitir que la minificción peruana se conozca en el mundo a través de sus páginas.
R.V.G.


* * *
1 Publicado póstumamente en 1973.
2 Vid. Vásquez Guevara, Rony. “Bibliografía de la creación y crítica literaria sobre la minificción peruana”. En: El Cuento en Red. Revista electrónica de teoría de la ficción breve. N° 26, Otoño 2012.
3 Vid. Vásquez Guevara, Rony. Circo de pulgas. Minificción peruana. Estudio y antología (1900-2011). Lima: Editorial Micrópolis, 2012.
4 Ajuar funerario (2004) y "Fantasías Textuales" en Helarte de amar (2006).
5 Enciclopedia mínima (2004).
6 Horno de reverbero (2007), Ars brevis (2008) y Haruhiko & Ginebra (2009).
7 Los Escritos del Oidor (2006), Lo que Yo Barman oí (2010), Microcuentos (2011), Cuaderno de Almanaquero (2011) y 77+7 Nanocuentos (2012).
8 A la luz de la luna (2011) y Señales de humo (2012).


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César Vallejo


[Sin Título]
   César Vallejo

   Conozco a un hombre que dormía con sus brazos. Un día se los amputaron y quedó despierto para siempre.
En: Contra el secreto profesional. Lima: Mosca Azul Editores, 1973. 

(Santiago de Chuco, 1892 - París, 1938) Considerado el mejor poeta peruano de carácter universal. Entre sus obras más resaltantes tenemos Los heraldos negros (1918); Trilce (1922); Escalas melografiadas (1923); Fabla salvaje (1923), entre otros.




Palabras del discípulo
   Luis Loayza

   El maestro me enseñó todo lo que sé anudando con la habilidad de un tejedor silogismos inolvidables. Yo anotaba cada una de sus palabras que al final del año cosía. Ved, pues, mis volúmenes. Todo lo que está escrito en ellos lo recuerdo: cada frase, cada refutación perfecta de los falsos sistemas. No soy sino una bóveda que guarda su sonido. Si esto os parece poco, no lo conocíais. Pero hay algo que pienso siempre: mi maestro me dijo que en mí, su devoto discípulo, en mí, nacido para escucharle, su lección sería efímera.
En: El avaro. Lima (1955). 

(Lima, 1934) Entre sus obras más importantes resaltan El avaro y otros relatos (1955); Una piel de serpiente (1964); Otras tardes, (1986), y El sol de Lima (1974); Sobre el 900 (1990).



Olor de mujer
   César Klauer

   Me llamó la atención con esa voz medio empalagosa que sabía usar cuando quería hacerme sentir culpable: hueles a mujer, ¿no será de tu esposa, no? Me encogí de hombros. Sus ojos enrojecieron rápidamente, se dio la vuelta y se refugió bajo el cubrecama. Escuché la explosión entrecortada de su llanto, sofocado por la almohada de plumas. Dándome la espalda, el bulto temblaba, murmuraba insultos, reproches, diatribas que llegaban a mí en sordina, ininteligibles en sus palabras exactas, pero cuyo mensaje me era conocido de sobra. Ya, ya, cálmate, traté de poner paños fríos. Su brazo emergió con violencia, desarmó la redondez temblorosa en la que se había desterrado y su rostro llovido de lágrimas apareció, los dientes apretados, los ojos encendidos: ¡me prometiste que la dejarías!, su dedo colérico se detuvo a milímetros de mi nariz. Yo no podía dejar a Amanda, tenía que comprender, los niños, la familia, las amistades; ni qué decir del trabajo. ¡Entonces era el qué dirán!, rugió tan fuertemente que temí que en la habitación vecina se pusieran nerviosos, llamaran a la recepción. ¡Sí, eso era!, continuó levantando más la voz. Ya, caramba, agité las manos en el aire, que se calmara de una vez. El qué dirán, pensé, cuánta razón tenía. Me faltaban las agallas. Así era la realidad. Buscar amante era una cosa. Otra era salir del closet.
En: La eternidad del instante. Lima: Editorial Micrópolis, 2012.

(Lima, 1960) es profesor universitario. Ha publicado el libro de cuentos Pura suerte (Altazor, 2009) y los libros infantiles El gigante del viento, El perro Patitas y El delfín de arena  (Altazor, 2010). Su trabajo ha aparecido en diversas revistas impresas y digitales, tanto  del Perú como de otros países, y su obra está presenta en varias antologías. Su nuevo libro de microrrelatos, La eternidad del instante (2012), acaba de publicarlo Micrópolis en Lima, Perú, con una original cubierta.



Confía en el hombre
   Juan Rivera Saavedra

   Los robots se rebelaron contra sus creadores.
   —Las matemáticas ya no tienen secreto para nosotros. Somos más fuertes que ustedes. Somos invencibles. Tendrán que rendirse—dijo el líder de los robots.
   —No podemos— dijeron los hombres.
   —Por qué.
   —Por principio.
   —¡Imbéciles! Entonces serán destruidos.
   Dicho esto, el líder de los robots se marchó seguido de su escolta. Y vino la guerra.
   Pero los hombres, armados de potentes chorros de agua, derrotaron a los robots: por precaución, no habían sido fabricados con acero inoxidable.
En: Cuentos sociales de ciencia-ficción. Lima: Editorial Horizonte, 1976. 

(Lima, 1930)  Miembro de la Generación del cincuenta. Es el autor más distinguido del teatro peruano, ha merecido el Premio Nacional de Cultura, Premio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros. Entre su amplia obra destaca: En Teatro: El general no tiene quién lo mate (1988), Un hombre llamado torpe (1988), Piezas breves (1989), Teatro escogido (2003) En narrativa: Hasta luego tristeza (1960), Punto (1964), Cuentos sociales de ciencia-ficción (1976), Oprimidos y exprimidos (2004). Apuntes para una historia del teatro peruano (2009).



83
   Julio Ramón Ribeyro

   Luder pasa rápidamente delante de un mendigo que le extiende plañideramente la diestra.
   –¡Puerco! –grita el pordiosero
   Luder se detiene y regresa sonriente con una moneda en la mano:
   –Solo esperaba que me llamaras por mi nombre.
En: Dichos de Luder. Lima: Jaime Campodónico Ed., 1992.

(Lima, 1929 - 1994) Escritor peruano, figura destacada de la llamada Generación del 50 y uno de los mejores cuentistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX.



Pirañas
Ricardo Sumalavia
   Ricardo Sumalavia

   Dos hombres lo sujetan de los brazos mientras un tercero y un cuarto le quitan reloj y anillos, y un quinto se enfrasca en vaciarle los bolsillos. También un sexto y un séptimo lo toman de las piernas para facilitar a un octavo y un noveno quitarle los zapatos y calcetines. El décimo y el décimo primero revisan su portafolios y determinan qué es de valor o no. El décimo segundo no se queda atrás. Con una imagen entre niño y monstruo, se dedica a hincarle el cuerpo con una aguja, para distraer el dolor que podría sentir mientras el décimo tercero le abre la boca para que el décimo cuarto pueda, auxiliado con unas tenazas, extraer los dientes de oro. Sin embargo, un décimo quinto se lamenta de que la víctima no fuera de esos hombres modernos que llevan aretes de alto precio. De buena gana le hubiera arrancado las orejas. Solo le resta aguardar su turno, junto con otros veinte, para completar el asalto.
En: Enciclopedia mínima. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 2004. 

(Lima, 1968) Estudió Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ha publicado Habitaciones (1993), Retratos familiares (2001) y Enciclopedia mínima (2004). Ha sido finalista del Premio Herralde (2006). Ha sido profesor del Departamento de Humanidades de la PUCP, profesor invitado del Departamento de Español de la Universidad Dankook (Corea del Sur). Es actualmente lector del Departamento de Español de la Université Michel Montaigne-Bordeaux 3 (Francia). 



La talega
   Orlando Mazeyra Guillén

   Ese anciano de mirada perdida siempre camina arrastrando una pesada talega color cereza. Los cuentistas del vecindario dicen que adentro lleva tres enormes espejos. Dos de ellos ya están rotos: el primero lo rompió cuando descubrió su primera arruga; y el segundo fue a parar al suelo cuando contempló su primera cana. El tercer espejo sigue intacto… algunos arguyen que su avanzada ceguera le impide dar cuenta del último espejo. Yo creo que se romperá cuando el viejo esté cara a cara con la Muerte.

(Sábado, 12 Agosto 2006. En: http://www.blogs.ya.com/gambitodepeon)

(Arequipa, 1980) Ha obtenido el Primer Premio Nacional Universitario Nicanor de la Fuente, organizado por la Universidad Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque. Posteriormente recibió el subsidio del Proyecto NAE (Nuevos Autores en Español) de la editorial Libros en Red de Buenos Aires y publicó ahí su primer título. Ha publicado los libros de cuentos Urgente: necesito un retazo de felicidad (2007) y La prosperidad reclusa (2009).