lunes, 1 de agosto de 2011

25. Rafael García Z.

   Ganador del II Concurso de minicuento “Jaime Alberto Vélez”. (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2010).
   Rafael García Z. (Medellín, Colombia – 1965). Estudió Diseño Gráfico en la Universidad Pontificia Bolivariana. Como microrrelatista, ganó el II Certamen de Literatura Fugaz, Aenigma, España (2008); finalista del I Certamen de Relatos Hiperbreves, Fufosa, Argentina (2007); primer lugar del Concurso de Minificciones del Sexto Aniversario de la Marina, Ficticia, México (2007); seleccionado en el Certamen de Relatos Ultra Cortos, Ex Libris, España (2006).
   Los siguientes relatos son tomados de El mago natural y otros abracadabras (México: Ficticia, 2008).




El Mago Natural (uno)
   
   El Mago Natural introduce en su sombrero de copa una oruga común; meses después extrae del mismo una espléndida mariposa de la especie “Manto Grande” (Lycaena Dispar).
   El público que aún permanece en el teatro, molesto por el sinsentido del truco, comienza a rechiflar y a desaprobar la actuación del ilusionista. Éste, sin embargo, ajeno a los insultos, se dedica a contemplar extasiado el vuelo zigzagueante de la mariposa originaria de Europa, cuya variedad se había extinguido hacía más de cien años.



Una historia fantástica
   
   “He de contarte —dijo el Maestro— la historia más fantástica de cuantas tus oídos hayan escuchado jamás; pero antes, debes cerrar los ojos”.
   Y mientras esto decía, sus rugosas manos se posaron sobre los párpados del imberbe aprendiz.
   “Ahora —prosiguió el Maestro— escucha con atención: este relato habla sobre un ambicioso e inteligente anciano, que deseoso de robar la juventud el más bello de sus discípulos, le obliga a cerrar los ojos con el pretexto de contarle la historia más fantástica de cuántas sus oídos hubiesen escuchado jamás”.
   Tras un inquietante silencio, el alumno abrió sus cansados ojos y vio, horrorizado, cómo una joven silueta abandonaba la habitación.




Polvo eres


   Cansado de soñar que es inmortal procura despertarse, pero no puede… Ya no existe cuerpo en dónde hacerlo.




Una de espías


   Tras escapar con éxito de los engaños urdidos por el Servicio Secreto para dejarlo en evidencia, el infiltrado llega a un callejón sin salida: el capítulo final de la novela. En unos párrafos más, su doble identidad será revelada y su vida no tendrá valor alguno. Decidido a evitarlo, corre a la última hoja del libro, se desliza hasta la margen inferior, apoya la espalda en la palabra fin y descarga su armada dorada en contra de quien lo ha perseguido implacable, a través de 365 páginas repletas de acción.
   El victimario, presuroso, desanda lo leído y se resguarda en el anonimato que le brindan las primeras líneas de la trama escrita por Fleming. Desde allí, mientras toma un café, se dedica a contemplar la agonía del sorprendido lector.




Designios (Tragedia en tres actos)


I
   La gigantesca ola embiste con furia el bote y lo destroza en un segundo. Ahora,  aferrado a un madero y flotando a la deriva, Felipe implora al Altísimo por su salvación.

II
   En una playa al otro lado del mar, un niño encuentra una botella. Emocionado, la recoge y le quita el corcho para mirar en su interior —quizás un mapa del tesoro, quizás un mensaje de auxilio proveniente de una isla lejana—. Observa. Nada. Sólo agua turbia. Molesto, vierte el líquido en la arena y arroja la botella al océano.

III
   Felipe está confundido. Sabe que Dios lo escuchó —vio su Ojo Todopoderoso en el horizonte— pero no tiene la certeza de que le haya entendido: pasó de ser un náufrago en el mar a serlo en el desierto.



Una de vampiros

   En medio de la desigual lucha, el libro cae al piso. Momentos después el cuerpo de una joven se desploma, inerme, pálida, junto al antiquísimo ejemplar. Con la serenidad acostumbrada, el Conde se limpia los labios, invoca el conjuro y se funde en las hojas amarillentas de la obra, en espera de su próxima lectora.




El sueño de un ángel


   Miguel Ángel Buonarroti duerme plácidamente. No, no está descansando; está creando. Por eso, al despertar, toma sus herramientas, se para frente al bloque de mármol y comienza a eliminar los pedazos de realidad que le sobran a su sueño.