Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
Comité de dirección: Guillermo Bustamante Zamudio, Harold Kremer, Henry Ficher.

domingo, 8 de mayo de 2016

157. Resúmenes


«El amor de Carlomagno»

   —Leyenda tomada de un libro sobre la magia—
   Resumen: Italo Calvino

   El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido bajo la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.
(Seis propuestas para el próximo milenio)


«La invención de Morel»
   —Novela de Adolfo Bioy Casares—
   Resumen: Ernesto Sábato

   Morel ha filmado un grupo de amigos en una isla y ha dejado allí los aparatos proyectores, que funcionan con las mareas: cada vez que el mar sube, los motores se ponen en marcha e, interminablemente, las mismas escenas se reproducen.
   Un evadido llega a la isla y observa con estupor escenas incomprensibles, repetidas; se enamora de la mujer fantasma; descubre el mecanismo; hace un horrible sondaje en aquel universo coexistente. Hay una dimensión irreversible, semipermeable: el evadido puede ver, oír, sentir ese universo de fantasmas; pero éstos lo ignoran para siempre, repetidamente.
(Uno y el universo)


Ernesto Sábato

«Noventa y tres»
   —Novela de Victor Hugo—
   Resumen: Umberto Eco

   La nave navega en medio de la tempestad, frente a las costas bretonas. De repente, un cañón se suelta del palanquín y, mientras la nave escora y cabecea, inicia una loca carrera de un costado a otro y, ya que es una bestia enorme, amenaza con cargarse babor y estribor. El artillero, con coraje sin igual, en la mano una cadena, se arroja casi debajo de la bestia, que está por aplastarle, y la detiene, la amarra, vuelve a meterla en su pesebre, y salva a la nave, a la tripulación, a la misión.
   Con sublime liturgia, el terrible capitán hace formar a los hombres en cubierta, alaba al valiente, se quita del cuello una importante condecoración, se la impone, lo abraza, mientras la tripulación lanza al cielo sus hurras. E, inmediatamente después, adamantino, recuerda que el condecorado es el responsable del accidente y ordena que lo fusilen.
(El péndulo de Foucault)


«A buen fin no hay mal comienzo»
   —Comedia de William Shakespeare—
   Resumen: Slavoj Žižek

   El conde Bertram, quien siguiendo órdenes del rey se ve obligado a casarse con Helena, hija plebeya de un médico, se rehúsa a vivir con ella y consumar su matrimonio, diciéndole que sólo consentirá en ser su esposo si ella se quita del dedo el anillo ancestral y tiene un hijo de él; al mismo tiempo, Bertram trata de seducir a la bella y joven Diana. Helena y Diana traman un complot para devolver a Bertram a su legítima esposa. Diana se pone de acuerdo con Bertram en que pasará la noche con él, diciéndole que visitará su alcoba a medianoche; allí, en la oscuridad, la pareja intercambia sus anillos y hacen el amor. Sin embargo, sin que Bertram se haya dado cuenta, la mujer con quien pasó la noche no fue Diana sino Helena, su propia esposa. Cuando más tarde se enfrentan, él tiene que admitir que se han cumplido las dos condiciones para que él reconozca su matrimonio: Helena se quitó del dedo el anillo ancestral y tiene un hijo de él.
(Prólogo a Una voz y nada más)


Slavoj Žižek


«Dos hombres a la orilla de un río»
   —Futura comedia del autor—
   Resumen: Federico García Lorca

   Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio al aire con sus bostezos. Y el rico dice: “¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua!... Mire, mire usted el lirio que florece en la orilla”. Y el pobre reza: “Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre”.
(Fragmento de entrevista - 1933)


«Sísifo»
   —Mito griego
   Resumen: Homero

   Sísifo iba, a fuerza de brazos, moviendo un peñón monstruoso y, apoyándose en manos y pies, empujaba su carga hasta el pico de un monte; mas luego, llegado ya a punto de dejarla en la cumbre, la echaba hacia atrás su gran peso; dando vueltas la impúdica piedra llegaba hasta el llano y él tornaba a empujarla con todas sus fuerzas. Caía el sudor de sus miembros y el polvo envolvía su cabeza.
(Odisea)


«El pajarero»
   —Leyenda griega—
   Resumen: Pascal Quignard

   En medio de la noche, un viajero golpea bruscamente la puerta de un pajarero que vive aislado en el carrascal. El pajarero deja su lecho, se levanta, abre la puerta, se aparta y deja entrar a su huésped. Éste está agotado y se muere de hambre. La hora es tan tardía que el anfitrión ya nada encuentra que ofrecer a su huésped. Se queda parado. Reflexiona. Irresistiblemente, gira su mirada en dirección a su perdiz domesticada. La perdiz comprende enseguida la mirada que su amo le ha dirigido y le implora suavemente:
   —A aquélla que tan bien te servía, atrayendo con sus gritos a sus congéneres con el fin de entregártelos, he aquí que ahora quieres matarla para llenar el vientre de uno de tus congéneres.
   El reproche melancólico que le hacía el pájaro dejó mudo al pajarero. Entonces, se giró hacia su huésped. Le dijo:
   —Compréndame. No voy a dar de comer a uno de mis congéneres la que atrae a los suyos.
   —Es un huésped quien está ante ti —respondió el otro—. Tengo hambre. Existen leyes que definen la hospitalidad. Existen dioses encargados de hacer respetar estas leyes a los mortales. ¿Qué voy a comer si no matas a tu pájaro? ¿Me quieres como enemigo?
   El pajarero, como no podía cometer una ingratitud a la vez respecto de la ley y respecto de los divinos, se cortó una buena parte de la nalga y la puso a azar. El huésped comió, durmió, se fue cuando cantó el gallo. La cicatrización evolucionó mal. La nalga se infectó. El pajarero murió.
   Inquieta por la inmovilidad y el silencio de su amo, la perdiz voló sobre él. El pájaro se demoró todavía un día en la casa del muerto. Luego el pájaro levantó el vuelo.
(Butes)