Bienvenidos a la edición cibernética de la Revista Ekuóreo, pionera de la difusión del minicuento en Colombia y Latinoamérica.
Comité de dirección: Guillermo Bustamante Zamudio, Harold Kremer, Henry Ficher.

domingo, 28 de septiembre de 2014

114. Filósofos minicuentistas II



Eros, según Aristófanes
   Platón

   Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías, unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación y todo lo demás en esta misma proporción. Marchaban rectos como nosotros, y sin tener necesidad de volverse para tomar el camino que querían. Cuando deseaban caminar ligeros, se apoyaban sucesivamente sobre sus ocho miembros, y avanzaban con rapidez mediante un movimiento circular, como los que hacen la rueda, con los pies al aire. Los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida idea de escalar el cielo y combatir con los dioses.
   Zeus examinó con los dioses el partido que debía tomarse. El negocio no carecía de dificultad; los dioses no querían anonadar a los hombres, como en otro tiempo a los gigantes, fulminando contra ellos sus rayos, porque entonces desaparecerían el culto y los sacrificios que los hombres les ofrecían; pero, por otra parte, no podían sufrir semejante insolencia.
   Después de largas reflexiones, Zeus se expresó en estos términos: “Creo haber encontrado un medio de conservar a los hombres y hacerlos más circunspectos: consiste en disminuir sus fuerzas. Los separaré en dos; así se harán débiles y tendremos otra ventaja, que será la de aumentar el número de los que nos sirvan; marcharán rectos, sosteniéndose solamente en dos piernas; y si después de este castigo conservan su impía audacia y no quieren permanecer en reposo, los dividiré de nuevo, y se verán precisados a marchar sobre un solo pie”.
(El banquete)



Fábula
   Sócrates

   Dios quiso un día reconciliar a dos enemigos: el placer y el dolor. Como no lo consiguió, los ató a una misma cadena. Por esta razón, en el momento que uno llega, se ve bien pronto llegar a su compañero.
(Platón. Fedón)



David Hume
Religión natural
   David Hume

   El mundo es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo abandonó a medio hacer, avergonzado de su ejecución deficiente; es obra de un dios subalterno, de quien los dioses superiores se burlan; es la confusa producción de una divinidad decrépita y jubilada, que ya se ha muerto.



Meditación I
   Georges Bataille

   Un personaje importante; solicito una audiencia.
   De una patada en el culo, el ministro me expulsa con estrépito.
   Entro en éxtasis en la antesala: el puntapié me encanta, me desposa, me penetra; se abre en mí como una rosa.


Confusión
   Jean-Paul Sartre

   Me siento, pido un café con leche, el mozo me hace repetir tres veces el pedido y lo repite él también para evitar todo riesgo de error. Se va, transmite mi pedido a un segundo mozo, quien lo anota en un cuaderno y lo transmite a un tercero. Por fin vuelve un cuarto y dice: “Aquí está”, mientras deja en mi mesa un tintero. “Pero —digo yo— yo había pedido un café con leche”. “Y bien, eso es”, replica él y se va.
(Situaciones I)


El lenguaje
   Kostas Axelos

Kostas Axelos
   Siete habitantes de la Atlántida salen a pasear: un poeta, un pintor, un sacerdote, un bandido, un usurero, un enamorado y un pensador. Llegan a una gruta. “¡Qué lugar más propicio para la inspiración!”, exclama el poeta. “¡Qué espléndido tema para un cuadro!”, dice el pintor. “¡Qué rincón favorable para rezar!”, salmodia el sacerdote. “¡Qué ubicación soñada para un escondite”!, declara el bandido. “¡Es una soberbia caja fuerte!”, murmura el usurero. “¡Qué refugio para mi amor!”, sueña en voz alta el enamorado. “¡Es una gruta!”, agrega el pensador.
(«Cuentos filo-sóficos (onto-teo-mito-gnoseo-psico-socio-tecno-escato-lógicos)». En: El lenguaje y los problemas del conocimiento. Buenos Aires: Rodolfo Alonso Editor, 1971)



Monogramas-V
   Theodor W. Adorno

   Con motivo del ochenta y cinco cumpleaños de un hombre en todos los aspectos muy bien atendido, pregunté en sueños qué le podría regalar para darle realmente una alegría. Y en seguida me vino la respuesta: un guía para adentrarse en el mundo de las sombras.